31.1.11

el bondi del amor

Como algunos amigos y amigas nos han preguntado con fingida ingenuidad Chemmm... ¿y quién va?..., que si va a haber esto o si va a haber aquello, es que hemos decidido tomar cartas en el asunto y constituirnos en agencia de colocaciones, en una especie de Cupidos de Momo, si total no nos cuesta nada y ya que estamos brindamos un servicio para el caballero picaflor y para las damiselas de armas tomar, que el Carnaval no es Carnaval sin un par de ojazos que te miren de cerquita y... Mejor evitemos los detalles.

(Obra -modificada al gusto habitué, claro- de un tal Franz von Stuck, germano el hombre)

Así que hemos decidido ir publicando periódicamente la lista de asistentes al bondi carnavalero habitué (si nadie tiene inconveniente, claro) para que cada uno o una vaya relojeando la lista como quien no quiere la cosa y haciendo sus apuestas, sus gualichos de amor.

Pero como para que el servicio funque vamos a necesitar algunos datos, le vamos a pedir a usté, al tiempo que confirma su asistencia, que llene el siguiente formulario:

Nombre (no hace falta que sea el verdadero):

Edad (para evitar terminar en cana estaría bien que sea la verdadera):

Sexo (para evitar, digamos, sorpresas, estaría bien tratar de precisar lo más posible):

Ocupación (si a lo que usté se dedica no es para nada interesante, mienta sin pena):

Disfraz con el que piensa caer:

Situación sentimental:
a) Casado/a. Pajarito, ¡volá!
b) Casado/a, pero...
c) Soltero/a, con reservas y/o con derecho a elegir.
d) Soltero/a con mañas leves.
e) No importa. Entro en cualquier componenda.
f) Pirata.
g) Según la hora (si elige esta opción indique por favor la misma -o el grado de alcohol en sangre- en la que masomeno usté empieza a desbarrancarse hacia las opciones 'e' y 'f')

Busco*:
a) Mujeres (si es más de una, indique cuántas)
b) Hombres (ídem anterior)
c) Mujeres Y hombres (indique cuántos de cada o la proporción que considere adecuada)
d) Luquivenga
e) Otros (especificar, a ver si tenemos en stock)

*Si usté ya conoce a la persona que le interesa y quiere disminuir la intervención del azar en el asunto indique de quién se trata que se lo haremos saber a él o a ella en forma privada.

Intenciones (gradúe sus intenciones en una escala del 1 al 10, donde el 1 se corresponde con el amor más casto y puro, y el 10, con la más desaforada lujuria. El 5 indicará la perfecta, y quizás imposible, combinación de ambas):


Como le decíamos en la crónica anterior, nos manda el formulario a loshabitues@gmail.com que la información se publicará a su debido tiempo.

Por una cuestión de elegancia, y porque además el bondi habitué es un evento al que asiste toda la familia (así que todo va de queruza, ¿tamos?), le sugerimos que indique las opciones más sobrias y austeras. Si para usté la sobriedad es poco menos que una utopía, deje, no importa. Lo importante, de todos modos, es tratar de que no se note demasiado que uno anda regalado. Total, uno siempre va a poder desdecirse al oído de la persona que le interesa.

Nada más. ¿Qué le parece? ¿Alguna sugerencia? Por nuestra parte, esperamos con esto serles útiles. Así que si usté encuentra el amor de su vida en este Carnaval... bueno, nos va a tener que invitar un asado. Si usté encuentra un amor de duración digamos que acotada o transitoria (de esos que languidecen con las primeras luces del alba), el asado también corre. Y si usté no encuentra nada no se haga el sota y nos invita también, porque al fin de cuentas la culpa no es nuestra si usté no tiene la labia o el encanto suficiente...

En fin, una gilada más para pasar el rato. ¡Salute, tortolitos de Momo!

28.1.11

che, ¿cómo es lo del bondi?

Vamos a ver, dijo un ciego, y a dar más datos sobre el asunto este del bondi carnavalero habitué, que mucha gente pregunta y, más que nada por fiaca, nos venimos haciendo los misteriosos.

Resulta que los Habitués salen en Carnaval, como no podía ser de otra manera para cualquiera que se precie de carnavalero, razón por la cual febrero es un mes agitado, de idas y venidas, ensayos febriles, giras misteriosas y mágicas de barrio en barrio, circuitos 'oficiales' e independientes en capital y el conurbano, un choripán y alguna que otra cerveza por todo alimento, trazando nocturnos derroteros sobre el plano de la ciudá, de corso a otro corso y de ahí al club, y del club al bar y del bar... Bueno, así. Imaginate...

Pero resulta también que hay un día —¡un día!— en el que la muchachada decide dejar de sacarle lustre al codo, licenciar a los cocodrilos que habitan en sus bolsillos y en un portentoso acto de generosidá sin fin, que por otra parte los caracteriza, cómo no, se alquilan un coletivo, de esos comunes, un once catorce, de los escolares, para poder invitar a quien quiera venirse de gira con nosotros a recorrer el Carnaval porteño, que no para de crecer y está cada día más lindo y más mejor. Si no nos cree, venga y después conversamo'...

La única condición para sumarse es la de venirse disfrazado, como estipulan los diez mandamientos de Momo para vivir el Carnaval como corresponde, y, sobre todo, con ganas de compartir emociones y aventuras con una caterva de atorrantes cantores como uno, conocer quizás barrios lejanos donde alumbran otras estrellas, y, en síntesis, divertirse de lo lindo. Como quizás pueda usted observar en esta foto del año pasado:


Como todavía no tenemos completo el fixture carnavalero, no sabemos muy bien el día en que se va a hacer, aunque estimamos que será alrededor del 19 de febrero o por ahí. Así que atenti que ya vamos a ir largando la posta por este medio o por el feisbu...

¿Qué se necesita para asistir? Nada en especial, salvo ir procurándose el disfraz, y agenciarse una plaza reservando con tiempo. ¿Cómo? Mandando un mail a loshabitues@gmail.com intitulado 'gira carnavalera' en el que nos va a decir cuántos amigos piensa subir a la patriada esta.

Por favor: aunque sabemos que tratamos con gente tanto o más irresponsable que nosotros mismos, en este caso le vamos a pedir un cacho de responsabilidad en el asunto para no reservar lugares al tuntún. A ver si el día ese a la final no viene nadie por culpa de uno de esos que te ponen asistiré y después no aparecen...

Nada más por ahora. Quien ya haya vivido Carnaval arriba de un bondi ya sabe de lo que le hablo: la fiesta se lleva puesta encima. Quien todavía no vivió esa experiencia límite, creo que esta es su oportunidad de probar suerte. Personalmente le digo, la ocasión es IM-PER-DI-BLE.

Para carnavalear no hace falta nada más que tener las ganas y estar nomás. Porque, además, la fiesta, nuestra fiesta popular, creamé, se lo merece...

¡Salú!

27.1.11

boleto de ida y vuelta

Che, ¿ya te conseguiste el disfraz? No hace falta que sea complicado. Un disfraz... no sé, cualquier cosa, sencillito nomás. Mirá que ya estamos, papusa de percal. Ya llega Carnaval y el bondi habitué ya está listo pa' zarpar...


¡¡¡Vamo' que venimos, chochamu'!!! No falta nada, no falta... ¡Salú!

24.1.11

... un bombo al plato

Y todo esto viene a cuento, la crónica anterior, porque quería insinuar que nuestro Querido y Gran Buenos Aires sí tiene, aunque parezca mentira, su folclore particular. Arrabalero y musical, cantor, bailarín y fiestero, impenitente, calentón y volador. Sí, señor; sí, señorita: además del tango que reverdece, la murga. Porteña, pa' más datos.

Porque la murga es un género (¿es un género?) que desde hace tiempo viene pisando fuerte y creciendo, pa' decir que Buenos Aires también es pasión y es alegría compartida, y que alejada de los flashes y de las cámaras la ciudad vive, respira, comparte, también combate... Y crea.

Retomando con esfuerzo una tradición, la de los festejos de Carnaval —las Carnestolendas, como le dicen algunos—, que tienen por lo menos ciento cincuenta años, seguro más, en el Río de la Plata, la ciudad hace arte. Popular y gratarola, para sí misma, pa' compartir nomás. Arte de la levita y la galera, los apliques, la pintura y el baile, único y feroz, violenta caricia como carcajadas de amor... Bailar. Con una cadencia lenta y pesada, grave y brillante, que a veces se enloquece y acelera, tronando, llamando, anunciando de lejos que llegó el murgón...

Porque bailando murga Buenos Aires se saca de encima la careta de la circunspección, la filosofía cruel y metafísica de la soledad, del desarraigo, pa' decir, en colores brillantes, chorreando sudor y risas, que algo de la América escondida late acá. Y cómo late, viejo...

Ciento y pico de murgas, treintiytantos corsos, veintemil murgueros-artistas... Algo está pasando, ¿no? Y a eso hay que sumarle todos los circuitos y corsos independientes, las murgas del Gran Buenos Aires que explotan, las murgas de uruguayos y a la uruguaya, las comparsas de candombe montevideano y las porteñas, las norteñas, jujeñas, bolivianas, los coros de Carnaval, los grupos de percusión... Sí, señores, el Carnaval crece, está cada vez mejor y más lindo, y encima devolvieron los feriados...

Los Habitués, como no podía ser de otra manera, orgullosamente se suman y aportan su granito de arena. Porque UN habitué en especial, nuestro idolatrado Aurelio Cynar —que en otros barrios se hace llamar Ariel Poggi, vaya uno a saber por qué—, junto a Juancito Brusse, se les dio por dar un puntapié fundamental, y sacar un libro. ¿Qué libro? Bombo al plato, una mirada al bombo de murga. Un homenaje al rey indiscutido, el corazón propiamente, del porteño Carnaval: el bombo con platillo.


¿Ustedes los escucharon tocar a Cynar y a Juancito? Bueno, si usted cree que tocar el bombo es cuestión de llevar el pulso nomás, de tocar en negras, o por qué no a las negras, y a lo bruto, es porque todavía, evidentemente no los escuchó. Así como tampoco escuchó tocar a Alejandrito Caraballo, por ejemplo, o a los cientos, miles de bombistas, hijos pródigos del gran Teté Aguirre, que le vienen haciendo honor y encontrándole sonidos al bombo desde hace rato.

Decía entonces que estos "músicos, murgueros, militantes enamorados de la murga, el folclore y la cultura popular de Buenos Aires y, por sobre todas las cosas, del bombo con platillo", en sus propias palabras, sacaron un libro. Y la cuestión es que el libro éste es... Vea, mire, para serle honestos, no sabemos muy bien qué cornos es. Quizás una investigación, un manual, quizás una recopilación, tal vez una... andá a saber. Pero va a encontrar allí partituras —en la página huev se puede bajar o imprimir casi todo el libro—, además de notaciones, ritmos, modos de usar el mazo y el plato, fotos de ejemplo para los cabezones como yo, etc. Todo muy didáctico y ameno, como le gusta a Momo, que ya era hora...

Así que si usté quiere adentrarse en el maravilloso universo del bombo con platillo, además de aconsejarle salir en una murga, claro, le diría que le pegue una pizpeada al broli, que no sólo no muerde, sino que le va a volar la capocha al tiempo que se convierte en un bombista consumado...

Éntrele nomás, y pida, con confianza, un bombo al plato. No se va a arrepentir, y va a quedar pipón; hágame caso.

¡Salú!

PD: Es menester mencionar también y ya que estamos, un antecedente, de los muchos y variados desde el gran Coco Romero para acá, directo: la Introducción a la percusión de murga porteña, también en formato de libro + cedé, de, otro grande, Zelmar Garín, editado por la Murga Escuela Sacate el Almidón en 2003. Otra joya pionera... ¡Al Carnaval no lo para nadie, vieja!

19.1.11

un entremés y...

"Un La menor te lo hacen la Mona Jiménez, Beethoven, Piazzolla, todos. 
Lo más importante es el ritmo, es lo que diferencia a las músicas. 
La armonía, bueno, sí, es una construcción matemática que 
puede estar mejor o no, pero el tema es qué pulso usás vos para tocar."
Entrevista al Chango Farías Gómez, hace poco.

A la miér...

Buenos Aires, dicen, ha sido y quizás lo siga siendo, una ciudad cosmopolita, a la que le gusta darse dique de culturosa. En buena hora, digo yo, porque de esta manera los tipos curiosos, sensibles, inteligentes y elegantes como uno tienen la posibilidad de abrirse al mundo y recibir, cómo no, las más variadas y fantásticas influencias del universo todo. Mi Buenos Aires querido, un puerto abierto al cosmos...

La joda es que de tan abierto, de tanto cosmos libre de impuestos, se nos olvida mirar, escuchar, un poco pa' este lado, quizás algo de lo propio que se hace, sencillamente, con lo que se tiene a mano. Pero bueno, andá a saber por causa de qué extraño complejo austral, de culo del mundo, Buenos Aires siempre fue igual, solita y sola, negándose a sí misma, queriendo ser otra...

Buenos Aires debe ser la única ciudad en el mundo que no tiene folclore. Como el candombe en Montevideo, o el samba en Bahía, como lo fue el tango...

Por ejemplo, la ciudá está llena de percusionistas que saben tocar la kalingandunga senegalesa, también conocida como bombopopó (en España se la llamó piritraque por su sonido metálico), o, sin ir más lejos, el hidrotambor afgano, o el chorongongo, que no se toca ni con las manos ni con los pies, y de más está decirlo, me parece fer-pe-toc. Pero... yo qué sé. Pa' mí que falta algo... ¿La raíz, quizás?

Bienvenida la música del mundo, mas qué le voy a hacer, enseguida me aburro de no entender un catzo y se me da por pegar la oreja a mi esquina silenciosa y tratar de escuchar el propio latido, la respiración pesada y lenta de la pampa infinita a la que le ha crecido una ciudad encima como un yuyo invasor, como una europea traición.

Porque el arrabal porteño respira en tiempo de murga, única y de acá nacida, como el tango, como la ciudad misma, de imposibles y azarosas mezcolanzas; y en bombos con platillo marca el pulso, baila al compás, del corazón...

Seguimos la próxima, que esto nomás es una introducción para otra cosa. Chaucha.

15.1.11

fiaca y convite

Hace calor. Y cuando hace calor... bueno, eso, hace calor. Y el habitué, tirado en la catrera -cuando hace calor-, básicamente, desiste. Desiste de realizar ningún movimiento que no sea estrictamente necesario, en general relacionado directamente con su propia supervivencia; razón por la cual, su nivel de actividad se reduce notoriamente hasta alcanzar un promedio similar al de la marmota cuando hiberna, únicamente alterado por brevísimas incursiones para calentar el agua pa'l mate, o comprar puchos, por ejemplo.

Catrera, mate y puchos a la mano, un limón, ventilador arriba de una silla, la radio prendida... Y el habitué, presa de extraños insomnios mentales, aburrido como Landriscina en una convención de sordomudos, piensa. Quizás, como a un tal Horacio, por ahí se le da por enderezar clavos a martillazos. O no. Pero sobre todo piensa, piensa, piensa... Y piensa que las vacaciones son, por un lado, benéficas, porque ayudan a restaurar a pura fiaca y aunque sea un poco el cachuso estado en que ha quedado la estantería de la mente y el alma después de yugarla todo un año -cabe mencionar aquí el desinteresado aporte de jefes, de gobierno y de oficina, vecinos intolerantes, los policías mentales y de los otros, el precio del alquiler y los caños que irremediablemente se tapan, algunos colectiveros, el estado del bolsillo, la cola del Pago Fácil, etc.-. Pero una cosa es descansar del laburo ése que uno odia concienzudamente y otra, "descansar" a la fuerza de tareas gratas y enllenadoras, como ser cantar o tomarse un vino con los atorrantes que son amigos de uno.

(Norman Briski en la célebre película La Fiaca, de 1969)
Porque el habitué cuando no canta, básicamente, se encula. Y, lentamente, en la medida que la inacción se extiende en el tiempo, se convierte. Al Islam o al budismo, quizás, pa' ver qué onda, pero sobre todo es como que se va transformando en un extraño ermitaño que no se afeita ni responde los buenos días, le ladra a la jermu, putea a los telemárqueters y a los Testigos de Jehová, y comienza a pergeniar intrincados planes de sabotaje y venganza contra el turismo internacional que todo lo inunda con extrañas jerigonzas...

Ya se va a acabar, muchachos, la melancolía. En unos quince días nomás, porque... Como la calma que precede al temporal, como todo lo que nace y florece, se necesita de un período de aparente inactividad pa' prepararse y juntar fuerza, pa' acumular deseo y ansiedá de la buena.

No diré más. Sólo que en este momento los Habitués piensan, piensan, piensan... Y, entre otras cosas, piensan cómo van a armar el equipo este año que ya se vino. Y piensan que este año el tango y murga fueyserá, candombero y milonguero, rocanrolero y cumbianchín, explota. Y quieren que explote en guitarras, bandoneón o acordeón, ¿violines?... Y cantores. Los Habitués, para extender su influencia por el Orbe todo, buscan apóstoles-cantores, compañeros entrañables de la fainá y el acorde, convencidos militantes del vasito de novi y la ilusión... De la música y de la fiesta... En fin, habitués como dios Momo, y Carlitos, mandan.

¡Salute, che! 

MAS INFORMACIONES EN EL PRÓXIMO BOLENTINTINTÍN

10.1.11

¿saben, saben lo que hizo?...

Che, qué mala costumbre esta de irse nomás, así, como sin avisar, mecachendié...

Ochentaiún pirulos hubiera cumplido la niña esta, mocosa eterna, el 1º de febrero próximo. Pero no voy a hablar de ella, de María Elena, que hay mucho para decir, y quizás no todas sean rosas. Pero, qué quiere que le diga, hay cosas que son parte de uno, que son uno, hasta los tuétanos o, como está de moda decir ahora, se llevan en el a-de-ene. Tanto así que nada más diré que ayer, mientras paseaba con mi Bicho, fuimos cantando todo el camino, sin querer o queriendo, casi sin darnos cuenta, mire, lo que sigue:



Osías, el osito en mameluco,
paseaba por la calle Chacabuco.
Mirando las vidrieras de reojo,
sin alcancía pero con antojo.

Por fin se decidió y en un bazar
todo esto y mucho más quiso comprar:

Quiero tiempo pero tiempo no apurado
tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da suelto y no enjaulado
adentro de un despertador.

Quiero un río con catorce pescaditos
y un jardín, sin guardia y sin ladrón.
También quiero para cuando esté solito
un poco de conversación.

Quiero cuentos, historietas y novelas,
pero no las que andan a botón.
Yo las quiero de la mano de una abuela
que me las lea en camisón.

Quiero todo lo que guardan los espejos,
y una flor adentro de un raviol.
Y también una galera con conejo
y una pelota que haga gol

Quiero un cielo bien celeste aunque me cueste.
De verdad, no cielo de postal.
Para irme por el este y el oeste
en una cápsula espacial,

Osías, el osito en el bazar,
todo esto y mucho más quiso comprar...


Sí, íbamos cantando la mar de felices, la verdá, la Marcha de Osías, que ni siquiera sé si es la que más me gusta. Por lo menos no tanto como El Brujito de Gulubú o la Canción de bañar la luna, el Mono Liso y su naranja paseandera, Don Enrique del Meñique, o ésa que dice peligroso es andar por la ca... la calle del gaaaa... del gato que peeees... que pesca y después se esconde y se escá-pa-pa-pa-paaaa...

Diría que se nos fue hoy un cacho de nuestra infancia, pero no es cierto; es al revés. Hoy tenemos, y de aquí para siempre y hasta la luna de ida y vuelta, gracias a ella, la llave mágica, el abracadabra infalible, para ser, en un periquete, los felices purretes que fuimos alguna vez y que por suerte, seguimos siendo.

Los Habitués, diez morrongos elegantes de bastón, galera y guantes, en este reino al vesrre donde dos y dos son tres, hoy se vuelven a la infancia y, después de brindar con café con leche, salen a la vedera pa' invitarla a jugar a usté... no sé... ¿a una escondi? ¡¿Quién cuenta?! ¡Ya, pe, yu! ¡¡¡Cuenta María Elena!!!




¡Salute, piba! Y gracias...

Para sembrarte de guitarra,
para cuidarte en cada flor,
y odiar a los que te lastiman, mi amor,
yo quiero vivir en vos.

9.1.11

calentando motores...

Quéselevacer, nos mata la ansiedá, viejo...


¡Salú!

5.1.11

candombe de reyes (1)

Los Reyes Magos existen, sí señor. Y lo digo porque me consta, no porque me lo haya dicho nadie. Aquí a la mano tengo todavía la prueba, una de tantas, irrefutable: la guitarra, mi vieja viola, que me trajeron el 6 de enero de 1988. O del '89, que ya no me acuerdo tanto...

Los Reyes Magos son los padres dicen los pipiolos, chitrulos de panadería que se creen, así, por saberlo, y todavía peor, ¡por decirlo!, unos vivos bárbaros. En un aparte diré que hay que ver esa costumbre que tienen algunos que andan por la vida ajena con aires de superioridá, dejando caer indulgentes retazos de sabiduría a los pobres mortales. Profetas de piringundín arrabalero, por supuesto, en general la pifian de medio a medio, porque como dijo un tipo grande, una de las pocas cosas que pueden saberse y decirse es que en general uno sabe más bien poco. O nada. O casi nada. O un poco de casi nada. Pero bueno, está lleno el mundo de estos adoquines, que mire usted, a la final darían ternura si no fueran, cómo no, y debido a su penosa condición de iluminados, unos pedantes de catálogo. En fin. No importa, allá ellos, que seguro tienen muchos amigos con quienes conversar de cosas importantes...


Los Reyes Magos existen, decía, porque... A ver... Espere, voy a poner un ejemplo prá-ti-coc:

-Los Reyes Magos son los padres.
-¿Perdón?, ¿los padres de quién?
-Sus padres. Los padres de usted.
-Yo sólo tengo un padre...
-Cuando digo los padres me refiero a su padre Y a su madre. "Los padres"...
-¡Aaah!... Ahora sí. Pero vea, mis padres en general no se ponen de acuerdo en nada. Así que para este tipo de, digamos, conspiración como la que usted pretende hacerme creer, menos que menos... Perdóneme que le diga, pero no los veo...
-No hace falta que sean los dos, puede ser sólo uno de ellos...
-Será mi madre entonces... de acuerdo a su teoría. Mi viejo es bastante amarrete...
-Será su madre entonces.
-Seguro, y... ¡Aaah! Empiezo a darme cuenta... O sea que usted dice que mientras yo duermo mis padres se disfrazan de Reyes, se toman el agua, se comen el pasto... ¿Y con el tercero qué hacen? ¿Se alquilan a un morocho pa' que haga de Baltasar?
-¡No, no se disfrazan!... No hace falta, si...
-¡¿Cómo que no?! ¿Me está jodiendo? ¿Y si yo me levanto justo y los cacho? No me diga que me la voy a encontrar a mi vieja en camisón y a mi viejo en zolcillonca... ¿Está loco usted?
-Vea, mi amigo. Usted en ese momento está dormido, así que no importa cómo van vestidos. En cuanto al agua y el pasto, sencillamente, los tiran...
-¡¿Y si me paso la noche en vela?!... ¿Eh?
-No hay que descartar el uso de narcóticos... En fin, ¿entiende ahora?
-Ahá. Ta bienmmm... Y digamé, ¿por qué mi madre... o quizás mi padre, se harían pasar por los Reyes Magos? ¿Eh?

En este punto ya no saben muy bien qué contestarme, porque a todas luces a "los padres" más les convendría hacer los regalos en su propio nombre, en vez de hacerse pasar por otros. Digo, porque si es por hacerse pasar por alguien, mi viejo preferiría hacerse pasar por Perón, por ejemplo, para de paso ir adoctrinándome de chiquito con eso de los niños privilegiados... O Sandokán, que le gustaba. Andá a saber...

Porque, además, si es todo mentira, mire que es rebuscada. Tres fulanos, reyes en esta época de democracias parlamentarias, y, para colmo, magos -y encima, de cada pueblo un paisano-, que se vienen de allá donde el diablo perdió el poncho, con ¡camellos!, y que además son traficantes de especias, piedras preciosas y de regalos que no pagan impuestos... Es todo muy raro, qué quiere que le diga...

Así las cosas, lo invito a pasar a la crónica siguiente.

candombe de reyes (2)

Como para continuar con las reflexiones que veníamos entretejiendo en la crónica anterior, diré que, de todos modos, en ningún caso hay pruebas concretas sobre la inexistencia de los Reyes. Ninguno de estos cachafaces que no creen ha cachado a sus padres in fraganti -y muchísimo menos a los míos, que conste en actas-, sino que sostienen lo que sostienen porque se lo han dicho... ¿Quién? ¡¡¡Sus propios padres!!! ¡Ahijuna con la lobuna!, ¡te agarré, sotreta! Ahí está la clave del asunto, que expondré de la siguiente manera:

Los padres eternamente pugnan por ganar y/o sostener el amor de sus pequeñuelos, pues para eso están en este mundo (para ser magnánimo diré que para algunas otras cosas más también). Pero entre las cosas importantes, para, por lo menos, ser queridos por sus hijos. Mientras los pibes son chicos no hay problema, porque carecen todavía de otros puntos de referencia. Entonces, en esos felices años, el padre de uno es poco menos que Súperman.
Mas cuando, inevitablemente, los niños comienzan a abrirse al mundo, a tener más amigos, a conocer a otros padres, quizás más buenos o simpáticos que el que tiene uno... ese amor incondicional comienza a resquebrajarse y... ¿Qué hacen los padres al notar que su cachorro ya no los mira con admiración y enjundia? ¿Eh? Temen, temen, temen y se angustian, al punto de apelar a una bajeza inconcebible: celosos del amor que los niños profesan a los Reyes, lo más de lo más, deciden aprovecharse de él para sus interesados fines, y les dicen a sus niños que quien les regaló esa magnífica bicicleta verde con rueditas y bocina amarilla y roja fueron ellos. ¡Ellos! ¡¡¡Ellos!!! ¡Usurpadores, por temor, de mágicas coronas! No me haga reír, hágame el favor... El mundo está lleno de incrédulos que se creen cualquier cosa...


Por supuesto, no todos los padres son iguales, pero basta con que uno solo no resista y abra la boca para que el asunto se convierta en una cadena, un virus infame que se propaga a la hora de la siesta en la vereda o en los patios de los colegios... Pa, ¿es verdad que...? Y ahí, inoculada la sospecha, ya la cagamos. Pero, ¿cuál es el lamentable resultado de todo esto?

Que los pibes descreen. Descreen que exista gente buena y generosa en el mundo, sean magos o no, que es capaz, de pura onda, de regalar cosas; descreen en el esfuerzo, porque el regalo ése hay que ganárselo portándose bien, siendo mejor, y no aprendiendo a manipular a los pipiolos que son padres de uno; que no todo, la felicidá por lo menos, se compra con papelitos de curso legal en el yópin de la vuelta...

Qué quiere que le diga, humildemente creo que el mundo es mejor con los Reyes Magos que sin ellos... Como lo demostraremos en la crónica que sigue.

candombe de reyes (3)

Qué quiere que le diga, humildemente creo que el mundo es mejor con los Reyes Magos que sin ellos... decía en la crónica anterior.

Porque incluso si nos atenemos a la tradición cristiana, los Reyes son tres tipos sabios, que la sabían lunga, que se juntaron pa' celebrar el nacimiento de un buen tipo, porque sabían o sospechaban que el gurrumín, en tanto hijo de Dios y a puros milagros, iba a dar que hablar.

Personalmente creo que la idea vale la pena, ya que todos somos hijos de la misma madre y de un mismo padre -al que le guste a ese conjunto lo puede llamar Dios- y, sobre todo, porque todos podemos hacer milagros.

El milagro de entender y de tolerar, el milagro de querer y de dar... El de ser un buen tipo en este mundo feo, y de tratar de ser un poco, sólo un poco mejor que lo que el mundo espera de nosotros; donde nuestros modelos de conducta son los degradados mostrencos que salen en Tinelli; o la inteligencia de Luis Majul, sin ir más lejos... y por no hablar de cosas aún peores.

(la Humi, que junto a los Reyes fue la delicia de
mi infancia, con la tapa del gran Carlos Nine)
En fin, en honor a nuestros queridos Reyes Magos, y en homenaje a todos los buenos tipos que en el mundo han sido y serán, esta noche hacemos un brindis y nos vamos temprano a la cama. Pero no sin antes agregar aquí tres yapas, para aguantar la espera sin comerse las uñas:

La primera, visual, y nada más que un detalle, y sólo por si no tiene nada que hacer y puede colgarse un rato. La primera parte de la película Zeitgeist, una joya que recomendamos ver completa (mal que le pese a Yorsh Dabliú Bush, yúnior). Y lo posteamos aquí no para fomentar polémicas e incredulidades, ni para decir cosas ya sabidas (las manipulaciones del Poder y los pavorosos crímenes que en nombre de la religión cometieron y cometen algunas "iglesias"), sino quizás para hacer notar la increíble belleza y el terrible poder de las metáforas sobre las que venimos conversando.

La segunda, musical. El bellísimo y oscuro Candombe de Reyes, del Jaime Roos en homenaje al rey Baltasar, que salió en el disco Sur allá por el '87...



Y la tercera, literaria, de alguien que supo abordar estos temas profundos con mucha más gracia que uno. De don Alejandro Dolina, un fragmento del capítulo Los Hombres Sensibles, Los Refutadores de Leyendas y los Reyes Magos, del libro Crónicas del Ángel Gris, del '88...

"¿Qué virtud encierra creer en lo evidente? Cualquier papanatas es capaz de suscribir que existen las licuadoras y los adoquines. En cambio se necesita cierta estatura para atreverse a creer en lo que no es demostrable y -más aún- en aquello que parece oponerse a nuestro juicio. Para lograrlo hay que aprender -como quería Descartes- a desconfiar del propio razonamiento. Por supuesto en nuestro tiempo cualquier imbécil tiene una confianza en sus opiniones que ya quisiera para sí el filósofo más pintado.
La incredulidad es -según parece- la sabiduría que se permiten los hombres vulgares.
Nosotros resolvimos apostar una vez más por las ilusiones."


Y con eso, está todo dicho. Quizás, al momento de estar leyendo usted estas páginas, y habiendo dispuesto ya todos los elementos necesarios -a saber: la carta enviada con antelación, agua y pasto en abundancia pa' los camellos, nuestro mejor par de lustrados zapatos- los Habitués estarán durmiendo confiados, aunque con algo de ansiedad. Si mañana comprobamos que los Reyes no nos han dejado nada, no importa. Habrá que tratar de ser más "amables" este año que viene. En síntesis: como veníamos diciendo, ser un poco mejores, que vale la pena transitar el milagro de la vida con un poco más de alegría, de nobleza, de fe en las cosas buenas y, sobre todo, de esperanza.

¡Salú!

3.1.11

taller de guitarra: no es mi despedida

Como no tenemos absolutamente nada pero nada que hacer en estos días más que esperar a que llegue Carnaval, vamos a retomar el taller de guitarra onlain.

Como todo el mundo sabe, las murgas finalizan siempre sus actuaciones con lo que se conoce como Retirada, canción ésta en la que las murgas se esmeran para escribir sus mejores versos porque se centra en la filosófica cuestión de la inevitabilidad del fin, y en la consecuente y melancólica aunque alegre nostalgia (la famosa saudade brasuca) del ya impostergable adiós... Pero, por sobre todas las cosas, y acá está la cuestión más importante, la Retirada es una promesa, la promesa de volver.

Hará unos diez años, por lo menos, el que aquí escribe tuvo la buena suerte de escuchar casi al pasar una canción. Y la emoción fue grande, porque lo primero que se me vino a la cabeza fue pensar que se trataba de la mejor retirada de murga jamás escrita, con todos los elementos que se necesita para ser tal. Esa canción era, es, No es mi despedida, de la Miriam Bianchi, Gilda pa' los amigos.

Ahí va la letra y los acordes, en versión habitué:


Y, sobre el pucho, el tema original, del disco Entre el cielo y la tierra, de 1997, en Re mayor:



¿Qué tul? ¡Qué voz, viejo, qué voz! Y encima dicen que hace milagros... Como los Habitués son gente incrédula, eso ni lo dudan. Porque además firmemente creen que sólo un ángel puede cantar así. Por eso se hicieron hacer, por encargo a un pintor florentino del Renacimiento ducho en ángeles y santos (por lo menos eso dice el quía, aunque me parece que macanea), este cuadro:


Sin palabras. ¡Te queremo', Gilda, te queremo'!

Los Habitués se dieron el lujo de terminar el año canturreando estas estrofas, como no podía ser de otra manera, prometiendo volver, volver, volver... Ahora nomás, che, en febrero...

Yo por tí volveré, tú por mí espérame... No me olvides.
¿Se vemo' en Carnaval? ¡Salú!