12.7.10

pero los dinosaurios... (parte II)

Habiendo dicho lo anterior, permítaseme una pequeña reflexión sobre el tema que nos ocupa en estos días. Que yo sepa, con la sanción de la nueva ley de matrimonio nadie queda obligado a ninguna cosa, así que todo aquel que no quiera casarse con alguien de su mismo sexo, no se casa, y listo, mirá qué fácil. Pero prohibírselo al que sí quiere a esta altura del partido es por lo menos una mariconada.

O una torpe torpeza, por no decir otra cosa, cuando se oyen los argumentos. Si hasta pareciera, oyendo hablar a algunos, que a partir de la sanción de la nueva ley se anularían todos los matrimonios heterosexuales y ya nadie podría casarse con alguien del sexo opuesto sino que seríamos obligados por el demonio a casarnos con alguien del mismo, y que todos los niños del país habrían de ser confiscados para entregárselos a parejas homosexuales. O escuchá ésta: "Todos los niños tienen derecho a tener papá y mamá"... ¿Lo qué? ¡Ja! Si así fuera el Estado debería garantizar, alquilando o subsidiando, supongo, padres y madres para aquellos niños que no los tuvieran o tuviesen... ¡Ah, muchachos! No lo ofendan al pobre Dios con tanta terrenal pelotudez, che.

Más quizás aquí sea menester hacer un aparte: Los Habitués saben, o más bien infieren, que Dios no existe. Aunque, en honor a la verdad, no se desvelan demasiado en arribar a ninguna certeza sobre esta peliaguda cuestión. Porque, en general, saben que no se trata de "saber". Así que con la más tranquila impunidad a veces gustan de creer en él, y a veces no. ¿Che, pedimos otra?

Desde un punto de vista más bien político se reconocen, cómo no, ateos militantes, pero más pa' molestar a anquilosadas instituciones que para otra cosa. Pero no por ésto, que quede claro, como al mismo tiempo se precian de ser tipos respetuosos, nunca dejan de respetar profundamente a todo aquel que en su corazón sostiene lo contrario en materia de existencias. En ese caso, es claro que sí, que existe, aunque más no sea en ese corazón. Pero lo que pasa es que si los argumentos son otros, y si en general vienen de púrpura, los Habitués descreen, fruncen la nariz, y sospechan. Porque, sencillamente, no puede ser.

No puede ser que Dios sea esa mezcla de déspota oscuro, mediocre y ramplón, que odia, que miente, que teme, que somete, que reprime, que castiga. Vamos, muchachos, eso se parece más al hombre y sus demonios, a las peores bajezas de la que es capaz, que a cualquier idea de, algo, que podría llamarse, dios. Pobre Barba, chivo expiatorio de la inhumanidad del hombre, de lo peor que el género humano ha dado hasta la fecha, este hombre sin dios que dice y declama: "Dios lo quiere". Por suerte el mundo está también lleno de gente valiosa, creyentes, practicantes, que hacen honor a su credo apostando a la vida, a la alegría y al cambio, y no como estos vejestorios, que pareciera que sólo están para cagarle la vida a la gente. Ahora hablan de "guerra"... ¿No será el colmo?

En síntesis, los Habitués prefieren pensar en Dios más bien como un amigo, un personalísimo confidente. Más bien compañero de aventuras (nunca viene mal tener de tu lado la posibilidad de un milagro, sobre todo si te corre la yuta y no tenés pa' donde rajar, por ejemplo), un poco quilombero y jodón, que como botón malaonda y mandaparte.

Así que, bueno... Ya podrían empezar a dejarse un poco de joder, ¿no?, y de meter al Creador en cuestiones que tienen que ver con la sexualidad humana, que si la tenemos es para algo, y gracias a Él, justamente. Porque, que yo sepa (aunque quizás me equivoque, soy medio burro en estas cuestiones), Dios es todas las cosas, ¿verdad? Ergo, Dios es el hombre Y la mujer. Enhorabuena. Nosotros, pobres mortales, no tenemos esa suerte. Hay los que nacen con un cosito, un palito, digamos, y hay los que en vez de palito tienen agujerito. Pero como Dios es sabi@, agujeritos y palitos sobran. Y sobra imaginación, pa' mi gusto una de las mejores obras del mencionado Creador, para subsanar los defectos de fábrica. Porque, que yo sepa, Editorial El Cielo no editó ningún manual de instrucciones o algo parecido, así que quién le mete qué a quién, ni cuándo, ni cómo, me parece que queda librado al gusto de cada uno y según sus preferencias. No sé, digo, es lo más lógico... Si no, no se podría... Porque vos fijate, darnos algo para después decirnos que no se puede usar es casi una canallada. O una torpeza, en el mejor de los casos... Si sabía que era pa' quilombo, con toda esa perorata sobre el pecado, nos habría hecho nacer de un huevo... ¿O no?

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