28.7.10

tanguitos de mi flor

A ver... Espere. ¿Ahora? ¿No, nada? Espere un cacho, que tarda en daunloud. ¿Ahí? ¿Escucha algo? A ver, ¿tiene prendidos los parlantes? Entonces prendalós... ¡Esa! ¡Pero sí, cómo no!

¿Y, qué tul? ¿Qué me cuenta? Carpeteá, pipiolo, adónde son capaces de llegar los Habitués con un poco de maña y algún que otro curso en las Academias Pitman. Porque con esto de la tecnología al alcance de la mano, el sofwer libre y la mar en coche no nos íbamos a quedar con la ñata contra el vidrio viendo pasar el futuro como unos paspados del pasado siglo, no señor...


Siguiendo los pasos del General, que según leía hoy por ahí, parece ser que, entre otras cosas, también fue pionero en estas cuestiones de las nuevas tecnologías (estamos hablando del télex y de la cinta magnetofónica, ¿no?, porque, claro, en aquel momento... Lo que sí está claro es que el General evidentemente da para todo), es que hemos decidido abocarnos a la noble tarea de amigarnos con la pecé, nos compramo' un escaner, tenemo' yimeil y una cuenta de tuíter, andamos como locos con el emepetrés que graba y todo y, como usted acaba de apreciar, aprendimos a poner unos temitas de lo más selecto de nuestra viniloteca en el coso éste, pa' que usted escuche y se silbe unos tanguitos mientras lee.

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23.7.10

timba habitué

Ay, ay, ay, se acerca la fecha en Vinilo y se termina el concurso...

-¿¿¿Cómo que se termina el concurso??? ¡¿Cuándo?!
-El viernes que viene es la fecha límite pa' recibir las respuestas.
-¡¡¡No!!! ¿Y ahora cómo hago? ¿Una semana? Pará, pará... taquelotiró... ¿dónde puse el coso...? Pará...
-Bueno, che, no es para tanto... no se ponga así...
-No, pero pará... Pará que ya lo mando... esperame un cacho...

En fin...


Señores, señoritas, todo concluye al fin, nada puede escapar, y el inefable concurso se acerca a su inevitable final. Queda una semana... ¡Qué ansiedá! ¡Cuánto misterio! ¿Quién ganará?

¡Salú!

Si usté se entera recién hoy y cree que se anima, dese una vueltita por acá. Chasgracias.

20.7.10

che, Pototo...

"Los Habitués, hombres que se precian, y se esfuerzan, por estar siempre en la luna, y que por tal razón se enteran de todo tarde, se acaban de enterar que el Día del Amigo se festeja en razón de la llegada de no sé quién al mencionado astro un 20 de julio de milnovecientosnosécuánto... No está de más decir que, por más que se nos explique, las razones de semejante cosa se nos escapan. Pero bué... misterio. Por lo pronto nosotros, allá, nunca vimos a nadie.

Más allá de estas cuestiones, y como los Habitués a sus amigos los festejan y los honran todos los días, en realidad propugnan establecer el más interesante Día del Enemigo. Porque, enemigos, enemigos mortales, los Habitués tienen unos cuantos. Entonces: qué tal plantear un día rojo, una trinchera de combate, una ocasión para enarbolar banderas, gritar consignas, organizar tumultos y escaramuzas, hostigar a los pinches tiranos con gomeras de rulero, retar a duelo tenaz y perpetuo al ortiba y al innoble; contra las almas vulgares, los sentimientos berretas, los corazones desleales, tanto sorete impune, contra los pagados de sí mismos, contra el falso, el traidor y el fariseo, los salvages e inmundos unitarios, los helados espíritus, los que no sienten nada, la mala educación de algunas niñas, los conductores de televisión, el intendente de la ciudad, la mesa de enlace y la hora de cierre de los bares, por citar al tuntún.

En fin..."

(Fragmento de la crónica del día del gomía del año pasado. Y sí, estamos fiacas... saliendo del estado ameba en el que nos sumió tanto frío y tanta lluvia... y bué.)

Pa' los amigos queridos, los indispensables... 
¡Salú! Hoy, y todos los días.
¿Nos vemos el 7?

15.7.10

arroz con leche, me quiero casar...

Bueno, che, un tirito pa'l lado de la justicia. Hoy el ispa amaneció un poquito más lindo. En contra del miedo que a diestra y siniestra agitan viejos fantasmones, se puede cambiar, se puede ser mejor.


De a poco, empezamos a escribir nosotros nuestra propia historia. En democracia, poca cosa, casi nada. Mal que les pese a unos cuantos. Él, el Barba, pa' mí que también votó a favor.

¡Salute, che!

(PD: Faltos de tiempo y de imaginación nos afanamos la tapa del Página, que por lo demás es muy bonita. Y bué, será de Dió...)

12.7.10

pero los dinosaurios... (parte I)

Lo peor de todo es el cambalache, la interesada incongruencia. Porque, pongamos por caso, por ejemplo: si a uno se le rompe la canilla, si gotea, digamos, uno agarra y llama... no sé, a un plomero... ponele. Si se le rompe el auto va al mecánico, y si le duele la panza, va al gastroenterólogo. Nunca se le ocurriría a uno, si le duelen los callos, consultar a un bombero, o a un guitarrista, ¿verdad? Quiero decir, cada uno con lo que sabe, y los mejores resultados estarán garantizados.

Entonces yo me pregunto: ¿cómo es que unos señores que no tienen ningún diploma de ninguna pero de ninguna cosa tengan el tupé de andar opinando y pretendiendo organizarle la vida al común de la gente? Y lo que es aún peor, ¿cómo es que mucha, mucha gente todavía les sigue dando pelota?

Porque, a ver, estos señores hace muchos años decidieron entre todos tomarse licencia de las cosas de la vida para mejor atenerse a las cosas de Dios (como si fueran distintas, mecachendié). Pa' no distraerse decidieron, en consecuencia, hacerse célibes, voto de castidad mediante. Y está perfecto, cada loco con su tema, y a otra cosa mariposa. Pero de ahí a pretender tener algún tipo de autoridad... Yo no sé, pero me parece que no deberían opinar sobre lo que no conocen. No sé, digo...

El hombre y la mujer, el deseo, el sexo, el matrimonio, la familia... Vamos, muchachos, de verdad pretenden que alguien los tome en serio. ¡Si hace siglos que no le ven la cara a Dios! Serán chistosos... En fin, será de Dió...

Pero bué, pobres, pa' mí que se mueren de envidia, los carcomen los celos, les da bronca la valentía que se negaron a sí mismos, qué quiere que le diga... La joda es que pretenden prohibírsela a otros. Y a otras. Y eso está mal, muuuuuy maaal.

Pobres muchachos, "buenos muchachos", que abandonaron sin más todo intento de armonizar el cuerpo y el alma, el deseo y la restricción, el placer y el dolor, cosas dificilísimas si las hay, si lo sabré yo, mutilando, escondiendo todo aquello que les produjera insoportables contradicciones, eligiendo, pobrecitos, mortificarse ad majorem dei gloriam. Ponele que estaba bien para la Europa del Medioevo, pero...

pero los dinosaurios... (parte II)

Habiendo dicho lo anterior, permítaseme una pequeña reflexión sobre el tema que nos ocupa en estos días. Que yo sepa, con la sanción de la nueva ley de matrimonio nadie queda obligado a ninguna cosa, así que todo aquel que no quiera casarse con alguien de su mismo sexo, no se casa, y listo, mirá qué fácil. Pero prohibírselo al que sí quiere a esta altura del partido es por lo menos una mariconada.

O una torpe torpeza, por no decir otra cosa, cuando se oyen los argumentos. Si hasta pareciera, oyendo hablar a algunos, que a partir de la sanción de la nueva ley se anularían todos los matrimonios heterosexuales y ya nadie podría casarse con alguien del sexo opuesto sino que seríamos obligados por el demonio a casarnos con alguien del mismo, y que todos los niños del país habrían de ser confiscados para entregárselos a parejas homosexuales. O escuchá ésta: "Todos los niños tienen derecho a tener papá y mamá"... ¿Lo qué? ¡Ja! Si así fuera el Estado debería garantizar, alquilando o subsidiando, supongo, padres y madres para aquellos niños que no los tuvieran o tuviesen... ¡Ah, muchachos! No lo ofendan al pobre Dios con tanta terrenal pelotudez, che.

Más quizás aquí sea menester hacer un aparte: Los Habitués saben, o más bien infieren, que Dios no existe. Aunque, en honor a la verdad, no se desvelan demasiado en arribar a ninguna certeza sobre esta peliaguda cuestión. Porque, en general, saben que no se trata de "saber". Así que con la más tranquila impunidad a veces gustan de creer en él, y a veces no. ¿Che, pedimos otra?

Desde un punto de vista más bien político se reconocen, cómo no, ateos militantes, pero más pa' molestar a anquilosadas instituciones que para otra cosa. Pero no por ésto, que quede claro, como al mismo tiempo se precian de ser tipos respetuosos, nunca dejan de respetar profundamente a todo aquel que en su corazón sostiene lo contrario en materia de existencias. En ese caso, es claro que sí, que existe, aunque más no sea en ese corazón. Pero lo que pasa es que si los argumentos son otros, y si en general vienen de púrpura, los Habitués descreen, fruncen la nariz, y sospechan. Porque, sencillamente, no puede ser.

pero los dinosaurios... (parte III)

Como para teminar: Me entristece pensar que detrás de todo esto, y más allá de cuestiones políticas, por supuesto, del Poder bien terrenal que lamentablemente los tipos ostentan, del oro y el moro, detrás de todo esto, allá bien en el fondo, se oculta el miedo. El miedo a ser por fin un hombre, una mujer, o un poco de cada, solito su alma y con el culo lleno de preguntas sobre el amor, la muerte, la vida; un hombre, una mujer, o un poco de cada, en bolas y a los gritos, sin nadie arriba que nos diga qué hacer, sin nadie abajo a quien atemorizar, a quien despreciar. Un hombre, o una mujer, o un poco de cada, con la bandera de sus seguramente contradictorios deseos flameando bien alta, buscando ser cada día un poco mejor, seguramente más frágil, un poco más fiel, más honesto con uno mismo y con los otr@s, que están ahí para uno, para hacer de esta vida, de la vida de cada uno, un lugar un poco más gozoso y placentero. Una vida, y un cuerpo, compartidos.

Los Habitués proclaman hoy, y mal que les pese a los anacrónicos viejitos de los que hablábamos antes, que el amor y la familia se crean y recrean, se inventan, todos los días. Que la sexualidad es libre y que no tiene forma ni razón, más que las que dicta el propio cuerpo y la imaginación (¡por favor, sobre todo la imaginación!). Que el corazón y la mente también son órganos sexuales y que el cuerpo ama y se enamora sin detenerse a pedir documentos a ver si Roberto o si María. Y que a Dios, si es que existe, seguramente le importa un catzo la palabra "matrimonio" ni ninguna de todas estas pavadas (mirá vos si el “plan de Dios”, enorme, terrible, infinito, va a detenerse en estas minucias). Y bué...

Los Habitués, pervertidos sexuales, eternamente conflictuados en estas épocas de crisis y de replanteos en casi todos los rubros, se ven hoy en la obligación de definirse. Después de mucho análisis llegaron a una angustiosa conclusión: se asumen como heterosexuales reprimidos, aún en el closet. Pero cuando el alcohol les bulle en la sangre y se derrumban pacatas fronteras (a mí no me engañan, con toda esa pinturita y los brillitos...) asumen con orgullo su homosexualidad. Señores, señoritas, los Habitués son, en buena hora, lesbianas de la más pura cepa. ¡Aleluya!

En fin: unos putos bárbaros. Y anarcoperonistas.

Y, ¡ah, su purpurísima…!, ¿sabés qué? ¡La tenés adentro! Y que la sigan mamando. Qué tanto.

¡Salú!

ver
Parte I
Parte II

3.7.10

pa' mí que sí...

... que hubiera sido lindo, taqueloparió... Sí que hubiera sido lindo.

Los Habitués detienen su andar por remotos caminos del espaciotiempo, del pasadofuturo, para escribir hoy, pa' decir hoy 3 de julio del 2010, unas palabrejas apuradas sobre... no sé muy bien qué, el amor quizás, uno de tantos. Porque los Habitués aman con alegre y apasionada pasión este juego (qué lindo suena "juego" hoy) de once contra once boludos corriendo detrás de un balón (o cualquier cosa que tenga una forma más o menos redonda).

Voy a empezar diciendo, y hablo por mí pero sé que es un sentimiento habitué compartido, que hacía mucho tiempo que no andaba tan contento, casi como orgulloso, mire. Y sabés qué, me asombra, porque hacía mucho tiempo, varios Mundiales, que me daba más o menos lo mismo el destino de la Selección de turno; no sentía que representaran algo que tuviera que ver conmigo. Pero esta vez sí, realmente tenía ganas de decir, de pronunciar: campeones. Quizás por estos pibes, por este equipo, y por el Diego, claro, por ellos y por nosotros, poder decir "campeones". Mecachendié, digaló y va a ver: campeones.

¿Pero campeones de qué? Qué sé yo, andá a saber. Pero campeones.


¿Será por darnos el gusto de ser "los mejores del mundo"? ¿Los mejores al fóbal? Pequeño premio, che. Porque me parece que esta vez las ganas de campeonato tienen que ver con otras cosas, a mi humilde juicio, un poco más valiosas. Y hablo del afecto, del respeto, de las ganas, de la alegría de jugar y de jugarse que este equipo supo transmitir. Antes que triunfalismos berretas, este equipo tuvo humildad, se esforzó, la remó y la remó, y se hizo de abajo. Y esas virtudes, que hacen a los buenos tipos, a los tipos dignos, merecen ser, cómo no, celebradas.

Este equipo del Diego encendió las ganas y el bichito del deseo empezó a picar fuerte y, creo, siento, que pudimos reconocernos ahí; que se estaba jugando algo nuestro, algo de nosotros. "Nosotros" nomás jugando al fóbal. Y creo que así sí vale la pena. Y, la verdá, me alegra.