21.10.09

Los Habitués: radiografía política (parte IV). Las fracciones (continuación).

Aunque como dijimos todos los Habitués son por naturaleza medio anarcos, la fracción anarco-peronista-pura-pura rompe los huevos incesantemente para que los arreglos musicales se hagan entre todos, a lo que Crespi se niega rotundamente y amenaza incesantemente también con que si le siguen rompiendo las pelotas con lo de la democracia creativa un día de estos se hace stalinista, o lisa y llanamente se manda a mudar, se va a la mismísima madre que los parió a todos y que los arreglos los haga Magoya, a ver si suena lindo, y chaupinela…

La fracción peronista-trotskista puso el grito en el cielo con las amenazas de Crespi (hay que decir en su favor que éste en un ataque de furia los amenazó con entrarles a martillazos en el marote) y se escindió, indignada, para volverse a escindir de sí misma posteriormente indignada por otra cosa, y, pasado el tiempo, nuevas indignaciones y nuevas escisiones, hoy sobreviven como organismos unicelulares. Los extrañamos un poco, son tan lindos, pero hace rato que ni se los ve. En qué andarán…

La fracción chino-peronista a la final se terminó yendo también porque, aunque se expresaban en perfecto castellano y no en chino como podría presuponerse, nadie entendía lo que decían, ni mucho menos las razones que esgrimían. Se ve que intentar superponer y/o expresar ideogramas en la florida lengua de Castilla es una tarea poco menos que imposible. Cosas que pasan…

Los demás, que son los menos, zanjan toda cuestión declarándose ateos. O dicen, como decía el Mono Gatica, “yo nunca me metí en política, yo siempre fui peronista”, y se van a tocar la guitarrita.

Quizás haya que aclarar por las dudas que a la fracción merdo-peronista, bautizada de esa manera en forma casi directa por el General en una de sus célebres frases, e integrada, a saber, por los facho-peronistas, las ratas del carlo-peronismo y sus amigos, el mafio-peronismo, el fraude-peronismo, el tinelli-peronismo, el empresario-peronismo, etc., se le ha hecho saber hace tiempo que no es bienvenida en las tertulias habitués, por considerarse que esta gente hace rato cruzó de vereda pa’ aliarse con el enemigo histórico. Por suerte, ellos tampoco tienen ningún interés en juntarse con nosotros.


En algún momento hubo un sector progre o casi-peronista, pero se fue diluyendo solo, ya que los muchachos fueron llegando a la conclusión que aquello les daba mufa, era demasiado aburrido el asunto, como todo lo que tiene sabor a poco, y empezaron a sospechar que por una razón o por otra se estaba amarreteando ahí algo de coraje, para llegar a la convicción más o menos general, junto a don Alfredo, que “el que no cambia todo no cambia nada”, y-de-áhi es que sueñan entonces con grandes quilombos, absurdas batallas, revoluciones, el pueblo en las calles, mareas clasistas; sueñan con tomar, agarrar o no sé, por lo menos hacer algo con el poder, por fin hacer un poco de justicia, poner a Discépolo de presidente (ah, ¿se murió Discépolo?, cagamos... ¿y ahora? Bueno, vemos...), declarar obligatorio que se cante en las esquinas, y poblar de corsos subversivos, desaforados, todas las callecitas del suelo patrio, y por qué no del mundo, ya que estamos. Entre otras cosas.

(¿Continuará...? No sé, no creo. O por ahí sí. No sé. Misterio.)

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