3.7.10

pa' mí que sí...

... que hubiera sido lindo, taqueloparió... Sí que hubiera sido lindo.

Los Habitués detienen su andar por remotos caminos del espaciotiempo, del pasadofuturo, para escribir hoy, pa' decir hoy 3 de julio del 2010, unas palabrejas apuradas sobre... no sé muy bien qué, el amor quizás, uno de tantos. Porque los Habitués aman con alegre y apasionada pasión este juego (qué lindo suena "juego" hoy) de once contra once boludos corriendo detrás de un balón (o cualquier cosa que tenga una forma más o menos redonda).

Voy a empezar diciendo, y hablo por mí pero sé que es un sentimiento habitué compartido, que hacía mucho tiempo que no andaba tan contento, casi como orgulloso, mire. Y sabés qué, me asombra, porque hacía mucho tiempo, varios Mundiales, que me daba más o menos lo mismo el destino de la Selección de turno; no sentía que representaran algo que tuviera que ver conmigo. Pero esta vez sí, realmente tenía ganas de decir, de pronunciar: campeones. Quizás por estos pibes, por este equipo, y por el Diego, claro, por ellos y por nosotros, poder decir "campeones". Mecachendié, digaló y va a ver: campeones.

¿Pero campeones de qué? Qué sé yo, andá a saber. Pero campeones.


¿Será por darnos el gusto de ser "los mejores del mundo"? ¿Los mejores al fóbal? Pequeño premio, che. Porque me parece que esta vez las ganas de campeonato tienen que ver con otras cosas, a mi humilde juicio, un poco más valiosas. Y hablo del afecto, del respeto, de las ganas, de la alegría de jugar y de jugarse que este equipo supo transmitir. Antes que triunfalismos berretas, este equipo tuvo humildad, se esforzó, la remó y la remó, y se hizo de abajo. Y esas virtudes, que hacen a los buenos tipos, a los tipos dignos, merecen ser, cómo no, celebradas.

Este equipo del Diego encendió las ganas y el bichito del deseo empezó a picar fuerte y, creo, siento, que pudimos reconocernos ahí; que se estaba jugando algo nuestro, algo de nosotros. "Nosotros" nomás jugando al fóbal. Y creo que así sí vale la pena. Y, la verdá, me alegra.

Y si bien creo que un triunfo al fúbol no es más que eso, un triunfo al fúbol, así, es bienvenido. Porque más allá del irrespetuoso negocio que el fútbol también es, de la lacra que lucra, de las pueriles salvajadas que a veces desde allí se alientan, del patrioterismo enfermizo y berreta (como si la nacionalidad o el destino de la patria o lo que fuere se jugara por única vez cada cuatro años en una cancha mundialista); más allá de las mangas de zánganos, giles de estopa, pipiolos mala leche en traje y corbata que viven del sudor ajeno y hablan del fúbol como si supieran, como si pudiera hablarse; y más allá aún, del standarcenterbank de la madrequelosparió hincha oficial de su abuela, más allá de todo eso, todavía el fútbol, así, nos conmueve. Quizás porque este equipo permitió reconocernos en un "nosotros" que no nos avergüenza.

Y sí que hubiera estado lindo... Porque, qué le voy a hacer, me alegra la alegría de la gente mía y, claro, también me apena su pena. Y de verdad creo que nos venimos mereciendo una alegría, un "triunfo" colectivo, del que podamos sentirnos parte. Pa' limpiar, aunque más no sea por un rato, algo de la mugre con la que, forzadamente, nos toca convivir. Porque, digo, los partidos que se nos juegan, un cacho más importantes, creo, son bien otros. Y tienen que ver con nuestra historia, que se hace día a día. Y tienen que ver, justamente, con jugar, jugarse, a reconstruir ese "nosotros" (un "nosotros" popular que empieza tímidamente a tomar forma y a tener ganas de plantarse ante el, los poderes, la mala leche). Mañana volveremos a malhumoradas rutinas, a la trágica desconfianza, al temor, a los mediocres vampiros que desde sus bancadas nos chupan la sangre y la alegría detrás de mezquinas ambiciones. ¿Y nosotros? Bien, gracias. Por todo esto, qué quiere que le diga, sí que hubiera estado lindo...

Pero bué, el equipo vuelve a casa temprano, pero algo bueno pasó, alguito de un "nosotros" distinto queda... Así que bueno, mañana seguiremos intentando. Construir, reconstruir, con la pelota en los pies quizás, quizás con guitarras y poesía, quizás con otras cosas, toda herramienta es bienvenida, ese "nosotros" necesario pa' dar batalla, en pos de alegrías más grandes, quizás mejores. No ya corriendo detrás de una copa esquiva, sino detrás de una vida más digna, y un poco más linda.


Volviendo al día de hoy: Los cuatro goles duelen, pero mi sensación es que tamaña diferencia no refleja del todo la calidad de los dos equipos. Los teutones, sin duda, son flor de equipazo, pero durante un rato largo Argentina se plantó y buscó y estuvo ahí del empate; y el amargo resultado, más o menos inevitable cuando uno se juega y va a buscar el partido, no me parece para nada un papelón, como se viene diciendo por ahí. ¿Papelón de qué?, ¿ante quién? De todos modos, se hablará, se habla, de otros planteos tácticos, quizás otros jugadores, o los mismos en otros puestos. Qué querés que te diga, la verdá me importa un bledo.


No sé si el Diego es buen o mal técnico. No sé si habrá, si haya, si hubiera habido, un técnico mejor. Por ahí sí, qué sé yo... Lo que sí sé es que no hay otro más querido. Por incorrecto, por quilombero, por sencillo, transparente, por buen tipo ("el hecho maldito del fútbol burgués", dijo más o menos así pero con justeza Juan Forn los otros días...) y porque en él, mal que les pese a unos cuantos, nos reconocemos. En síntesis: sépase que prefiero, preferimos, quizás perder con los amigos queridos, con todos sus "errores" a cuestas, que ganar con los arribistas o indeseables, como dijo un tal Manuel Mandeb alguna vez.


Pa' la Selección, pa' ésta mi Selección nuestra, pa' estos Combatientes de la Redonda (¡ja!), para Lío y pa' Carlitos, un abrazo fraternal y un brindis medio triste pero con ganas de otra vuelta. Y pa' usté, Diego, de los habitués el más nuestro, el más querido, todo el cariño y el deseo de que siga, y siga, y siga como hasta ahora, de sus amigos (ni más ni menos),

Los Habitués
¡Salú!
Ah... ¡y vamo' arriba Uruguay, bo!

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