29.9.09

no sé, me sale así, no lo puedo evitar...

Para alcanzar una definición de lo "inevitable" basta con ir hasta el pequeño larús ilustrado, buscar (i... in... inf... no, ind... taqueloparió... ine, inex... uh... ines... timable, inestimado, inevi... ¡inevitable!), y leer:

INEVITABLE adj. Dícese de aquello que no se puede evitar: peligro inevitable // SINÓN. forzoso, ineluctable, obligatorio. V. tb. fatal.

Ahá. Salvando el hecho de que me acabo de enterar qué cornos significaba "ineluctable", hasta acá viene fácil el asunto. Lo inevitable es lo que no se puede evitar, o sea: lo inevitable es, como su nombre lo indica, inevitable. Al fin de cuentas, una obviedad, ¡con lo que me costó encontrar el puto diccionario, mecachendié!

Ahora bien, dado este paso y salvada esta primera dificultad, cabe preguntarse por las razones de la inevi... tabi... lidad (¡esa!): por qué hay cosas, y qué cosas, que son inevitables; y ahí la cosa, valga la redundancia, se complica un cacho porque entramos inevitablemente... ejem... en terrenos digamos que filosóficamente peliagudos (sabrán perdonar, pero sólo puedo abordar estos temas en términos académicos. No en vano hice el CBC pa' filosofíayletras, humildemente. Si alguien no entiende algo me pregunta).

Decía entonces: ¿por qué lo inevitable NO PUEDE ser, sencillamente, evitado, y a otra cosa mariposa? ¡¿Eh?! ¿Quizás porque hay fuerzas ingentes, cósmico-físicas, físico-cósmicas, superiores a toda voluntad humana? ¿Quizás porque existe acaso un dios matrero y mala onda que ha decretado que lo inevitable no pueda, no deba, ser evitado, para consternación de tantas asustadizas abuelas que ven a un niño trepado a un árbol y ven, i-ne-vi-ta-ble-men-te, un yeso, una cabeza rota?

Para seguir echando algo de luz eléctrica sobre tan espinosas cuestiones el diccionario nos sugiere (¿v. tb.?) la definición de "fatal", que es: ... ... dónde miércoles puse el... che, Moscato, ¿te llevaste el diccionario? Ah, no, acá está. Gracias. ¿Me traés un vino?, tengo los dedos secos... Gracias. Decía:

FATAL adj. (del latín fatalis... ) ...cagoenlahostia... sasarasasá sarasasasasa... sa... "fijado irrevocablemente por la suerte". La suerte... Cagamos.

La suerte, el destino, irrevocablemente... Dios, el paso del tiempo, cabezas rotas...el rumbo de los tomates. Siempre me pasa, inevitablemente...

Los cumpleaños son inevitables, por ejemplo, cuestión ésta fatal y trágica para aquellas personas que, misteriosamente, quizás avergonzados vaya uno a saber de qué cosa, ocultan su edad y sufren que para qué te cuento, porque los años, ¡inevitablemente!, cada año son uno más. Y otro, y otro... Y así. No llore, Pascualón, si estás hecho un pibe...

Inevitable es también el dolor en este mundo aciago. Sobre todo si uno la va de tipo sensible. O, en todo caso, queda bastante bien, garpa, digamos, sufrir un poco si uno la va de poeta mistongo, pero este es otro tema. Morir también es inevitable, los grandes cantores se nos van, pero es inevitable recordar también... Rodolfo, no te pongas así, che, hombre grande...

Y además, por suerte, hay otras cosas inevitables, aunque mirá que hay tanto hijo de puta empeñado, tanto garca devenido en intendente, que se quema las pestañas buscando la forma, pero no hay caso, es imposible. Inevitables son la felicidad, la alegría, los abrazos, las canciones, bailar, bailar, bailar cuando suenan los bombos...
La justicia es inevitable. Tarda, pero llega.
Y el amor, percanta. Digo: inevitable, tal vez, sea quererte. Y bué...


Y, por fin llegamo' al punto, mirá que se hizo largo: para inevitable, Los Inevitables de Flores. Flores del Carnaval, inevitables, que inevitablemente festejan un añito más, cinco van, entran al pre-escolar (¿existe el pre-escolar todavía?) y sacan patente de murgón... bah, hace rato la sacaron... y hacen un corso este sábado 3 de octubre ahí en Flores.

Y los Habitués, inevitablemente enamorados de la murga, de la fiesta popular, alegre y humilde, ¡y gratis!, se dan el gusto de estar ahí, en la yeca, entreverados, desaforados, inevitables, pa' regalarles su mejor canción.

Siempre cantando estos Habitués... quéselevacer, es INEVITABLE.

¡SALÚ!
sábado 3 de octubre
LOS HABITUÉS
en el Cumple-Corso
de Los Inevitables de Flores

Av. San Pedrito y Av. Eva Perón
Plaza Tupac Amarú (ex de los Virreyes)
desde las 15 hs.

Actuarán (¡NO en este orden!):

Cantores autoconvocados de tango, murga y folklore
LA FLECHADA  murga de estilo uruguayo
LOS HABITUÉS  tango y murga fueyserá
AYLLU SARTAÑANI  grupo de sikuris
LOS DESCARRILADOS DE PARQUE AVELLANEDA  murga porteña
LOS RELEGADOS DE BELGRANO  murga porteña
LOS PIZPIRETAS DE LINIERS  murga porteña

Y como cierre, los cumpleañeros:
LOS INEVITABLES DE FLORES

buffet economiquísimo

si inevitablemente llueve, se hace enfrente
Escuela Nº 23 "Gral Savio"  Av. San Pedrito 1137 

Los Habitués, a eso de las 19 hs.

Se vemo' ahí. ¡Y que los cumplan inevitablemente felices! 
¡Salute!

25.9.09

la piedra de la locura...

Qué peligro llegar tan hondo. Si sólo hay palabras y las palabras nombran el mundo...

¿de qué murió Alejandra Pizarnik?
dirán:
de poesía.



Tiempo
A Olga Orozco

Yo no sé de la infancia
más que un miedo luminoso
y una mano que me arrastra
a mi otra orilla.

Mi infancia y su perfume
a pájaro acariciado.

Signos

Todo hace el amor con el silencio.
Me habían prometido un silencio como un fuego, una casa de silencio.
De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.



La última inocencia

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.

He de partir

Pero arremete ¡viajera!


Los Habitués, si en algo creen, es en los poetas. La poesía duele. Y quema. Con eso ya alcanza para ganarse, por lo menos, nuestros respetos, ya que, como para todos los asuntos delicados, se necesita de un corazón taura y valiente, y un alma extensa.

Además, duro oficio el de lidiar con las palabras, pobrecitas, que parecen explicar todo y, en realidad, no explican nada. Pero alumbran, y abren puertas. Y los poetas, sin querer, seguro sin querer, alumbran, las alumbran, y las paren, y descubren, ahondan, se desvelan, donde sólo hay ceniza a veces amanece y cantan pájaros, hacen música, te despeinan, se ahogan, se matan. Te matan. Y sólo con palabras. Nada más, sólo palabras.

Pocos oficios tan bellos, y tan difíciles... llegar con las palabras al lugar donde, justamente, celo y cielo de los artistas, el arte mismo, sobran las palabras.

Alejandra, nuestra admiración de poetas rantes; nuestro silencio, sus palabras; nuestro humilde homenaje. ¡Salú!

23.9.09

Si Gardel es uruguayo, ¡Artigas es argentino! (¡Y hondureño!)

1850. Don José, el Pepe, como le dicen cariñosamente los yoruguas, fallecía pobre y solo, pero tremendamiente digno, en el hermoso y verde Paraguay que lo albergó y lo quiso.

Vale la aclaración: Don José Gervasio Artigas, oriental hasta la médula, es un prócer (qué feo que suena "prócer" cuando se habla de un amigo, ¿no?) también nuestro, pero nuestro-nuestro. De cuando las Provincias Unidas del Río de la Plata eran una misma cosa. Después conveniencias seguramente ajenas trazaron una frontera donde no la había, y la Banda Oriental es desde ese entonces otro país. Pero la sangre y el corazón de los pueblos... (¿a quién le importa de qué lado de un río se nace?).



Lo trataron de bandolero, a él, los copetudos, los comerciantes del Puerto, los diarios de los oligarcas de Buenos Ayres y Montevideo (¿te suena?); porque además de ser un "guerrero de la Independencia", también quiso que esa revolución en marcha fuera para los pobres y los mestizos, los indios, los mulatos. Y eso, como es sabido, no conviene mucho a la civilización (esa de la que hablaba el bueno de Domingo Faustino) y/o la libertad de mercado.

Don José, federal y hombre de corajes, peleó hasta donde pudo junto a su gente, sus gauchos desnudos, que lo siguieron hasta el final. Después, se fue.

Hoy los Habitués se sacan el sombrero, se endulzan la boca, y lo recuerdan en esta vidalita cantada por la voz profunda de Don Alfredo, otro compatriota oriental de esos, de los buenos, de los nuestros.


A José Artigas
(Carlos Bonavita-Alfredo Zitarrosa)

Vidalita acordate de José Artigas,
y endulzate la boca, cuando lo digas.
A la huella de un siglo que otros borraron,
mintiendo los martirios del traicionado.

A la huella vieja, vidalitay,
que te estoy buscando,
junto a Lavalleja, vidalitay,
yo quiero oírte andando.

A la huella, primero, de José Artigas,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.
Lararailaira, lararairá,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.

Vidalita orientala, lejana y pura,
a la patria cantala sin amargura.
No hay más huella, canejo, que la de Artigas,
y jugate el pellejo, cuando la sigas.

Patria sola y patria, vidalitay,
patria sola y muda,
rompé tu silencio, vidalitay,
vamos en tu ayuda.

En tu ayuda, ¡ay paisanos!, monten baguales;
vamos mano con mano, los orientales.
Lararairara, lailararará;
vamos mano con mano, los orientales.


¡Un vaso de caña a su salud, Don José! Los Habitués, presentes y al pie, con usted donde usted vaya. 
¡Salute, bo!

21.9.09

dan ganas de balearse en un rincón... (¿no será mucho?)

Es triste reconocerlo, pero los Habitués, personajes oscuros y afiebrados, odian la primavera. Y en especial al 21 de septiembre. Ese día (y lo peor es que se repite ¡todos los años!) los Habitués se esconden. No van al bar, y tratan de permanecer el mayor tiempo posible en la catrera, debajo de la frazada, bien tapados hasta las orejas.

¿Por qué semejante cosa?, dirá usted, con lo linda que es la primavera. Vea, hay para mencionar dos razones principales. Una, la primera, es que los Habitués no soportan, no lo pueden evitar, es más fuerte que ellos, a esas hordas desaforadas de adolescentes que salen de debajo de los adoquines el 21, ráfagas de impúberes que todo lo colman con sus infernales bataholas, manadas atolondradas de imberbes (como decía uno, tristemente, desde un balcón) felicísimos, y que encima se empeñan en ir todos siempre al mismo lugar, lugar en el que, claro está, no caben, y allí, entre dulces humaredas de la legalizada plantita, vinachos en tetra-brik, y bucólicos acordes de Arco Iris, Los Piojos o de la Guersuit Gerfarafat, es que se arman unos tremendos despiporres que para qué te cuento.

La segunda razón es quizás un poco más delicada y no se remite únicamente al día 21, y es que la primavera, como decía usted hace un rato, es justamente eso, demasiado linda. Demasiado linda para el frágil corazón habitué.



En primavera, y con los primeros calorcitos, todo florece. Todo, pero todo. Y los Habitués son testigos, pobrecitos, de las más inconcebibles y voluptuosas transformaciones, turgentes metamorfosis… La niña que ayer pasaba en gamulán hoy se te cae en musculosa y con el ombligo al aire... Y los Habitués, al borde del infarto, desesperan.

De un día para el otro y sin-ningún-tipo-de-advertencia (por la ventana del bar, en el subte, en el chino, ¡en todas partes!), aparecen, ingenuas, despreocupadas, tremendas naifas en minifalda, pollerita al viento, soleritos de colores, felices de por fin sacar a pasear para admiración (y desesperación) de los miserables mortales los generosos dones que un dios despiadado les otorgó. ¿De dónde, por dios, de dónde salió tanta belleza junta?, se pregunta el habitué sin acertar con la respuesta.

Los Habitués, espíritus enamoradizos, capaces de postrarse, jurar amor eterno y pedir en matrimonio a la primera percanta que les pide fuego, se turulan en primavera, quedan en un estado parecido a la catatonia, sin poder reaccionar y se sienten, irremediablemente, unos imbéciles de catálogo. Es que, por favor, entiendasé, es demasiado.

Por eso se esconden, temerosos del amor que se agita allí afuera. Ya llegará el día en que, habiendo juntado el coraje necesario, y con un buen stock de piropos en la manga, salgan a la cancha a morir combatiendo en la dulce geografía de un escote, a suspirar y arremeter ante una mirada que promete delicias sin fin, ¡ah, ojazos!, a dejarse embriagar y perderse olvidados del tiempo en sutiles perfumes, a sentirse héroes conquistando por fin y con ingentes esfuerzos, sudorosos, las alturas de tus caderas…

Bellas, adorables, perfectas, gota de rocío, son ustedes crueles. Pero las queremos tanto…

Y bué, ma sí, ¡feliz primavera!

16.9.09

lápices de colores

A los Habitués no se nos da, no nos sale, de saludar ni a los mártires, ni a los héroes. Ya tendrán ellos sus altares, sus estatuas de bronce.

Preferimos quizás tomar un mate, llamarnos a silencio, y conversar. Sin palabras, claro, e imaginar. La sonrisa, las palabras de una niña, una piba, que estudiaba Bellas Artes (¿qué cuadro soñaba con pintar?).

¿Qué veían sus ojos de niña pintora? ¿Qué paisajes, qué rostros? ¿Qué miserias, qué sufrimientos? ¿Qué patria soñaba con crear?




María Claudia Falcone estudiaba Bellas Artes y era militante de la U.E.S., aquella Unión de Estudiantes Secundarios. Quizás sí, quizás no, se sabía, se sentía peronista, o socialista, o las dos cosas. Quizás era, o quería ser, combatiente; montonera.

Quien esto escribe tiene un poco más del doble de años de los que tenía María Claudia cuando estos mierdas se la llevaron. Hacía exactamente un mes había cumplido 16 años. Alguien (sabemos quién, quiénes) decidió que había que hacerla "desaparecer". A esta niña, a esta piba, pintora y militante de la U.E.S.

Seguramente lloró y tuvo miedo, y eso... Seguramente no entendió lo que le estaba pasando, o por ahí sí entendió. Entendía. Que los sueños grandes, los cuadros hermosos, las vidas enteras cuestan tristeza y dolor y a veces, sí, cuestan la vida... Aún, terriblemente aún (el horror indecible, el crimen más cobarde, la miseria más honda de las bestias), las de las niñas pintoras de 16 años.

Los Habitués hoy, la verdá, quisieran poder abrazarla a María Claudia, y mirarse en sus ojos de niña pintora, cantarle una canción de cuna, o su canción preferida, regalarle  unas flores o un vestido. Y escucharla contar sus sueños. Y cuidarla. Carajo, compañerita...

María Claudia, María Clara Ciocchini, Claudio De Acha, Francisco López Muntaner, Daniel Racero, Horacio Ungaro. Los lápices que siguen pintando de colores nuestro recuerdo. Y el futuro.


salú...

13.9.09

mecacho con la tecnología...





Che, muy lindo todo pero... ¿otro tema no tienen?

12.9.09

Serenata de carnaval



Noches de Carnaval...

A ver... Anoche los Habitués tuvieron una de las presentaciones más lindas y emocionantes de las que les vienen tocando en suerte. Tuvieron, tuvimos, el honor de cantar en el festival murguero que organizan los Descarrilados del Parque Avellaneda. Imágenes, sensaciones: El gran Pipi deslumbrando a los presentes con sus saltos, Melodía de arrabal cantada ¡y bailada! por todo el mundo, que no se apague nunca el eco de los bombos..., Rocanrol prendiéndonos fuego mientras Moscato citaba a Santoro como nunca, nuestra querida Sacate el Almidón allí presente, las risas, los amigos, las bellas murgueras, la felicidad, los compañeros, la emoción... Y la sensación honda, algo así como un orgullo, de estar acertándole al camino.

El camino de la cultura popular, de nosotros, por nosotros y para nosotros. Y no para que venga un gil como nuestro benémerito Jefe de Gobierno (¡fiuuuuuuuuu!), o su ministro de Cultura (¡fiuuuuuuuuu!), a decir, como leí alguna vez por ahí, que el tango, por ejemplo, es una "marca". Sólo piensan en hacer negocio estos muchachos. Pobres...
Pero Buenos Aires, como quien no quiere la cosa, qué se le va a hacer, RESISTE carnavaleando.

Che, murga, el Carnaval recuperado, quilombero, desfachatado, el tango, el rocanrol, los tambores, la fiesta del barrio, de todos. ¡Qué lindo es encontrarse en otros, por dió!

Así que bueno, eso nomás. Gracias a los amigos Descarrilados por la invitación y la onda, a los cumpas de Cachengue, la de arpillera, que aunque no nos cruzamos anduvieron por ahí, a los Desakatados, a la Furia del Carnaval y a la Locura de Boedo, a los amigos de Infusión, tremenda banda.

A la querida Caro, como siempre, por las fotos, a los amigos que vinieron, una vez más,  y que estuvieron ahí, a toda la gente que feliz bailó y cantó con nosotros y nos regaló sus sonrisas, sus aplausos. Un orgullo, che. Y un honor.

Un brindis carnavalero. ¡Salute!


11.9.09

¿Manhattan? ¡Viva Chile, mierda!

¿11-S? ¿Qué corno quiere decir 11-S? ¿Onces? O sea, ¿muchos onces? ¿Muchos wing izquierdos? ¿Once salames?

11-S, mecachendié, qué moda de miércoles... En mis tiempos se escribía "11 de septiembre". Pero así es el asunto, y nunca falta algún otario que se deslumbra con esas cosas y va y le pone "drugstore" al quiosco de la esquina. ¡"Drugstore", escuchame un poco!

Los Habitués ven con consternación la proliferación de estos ranas, especímenes vaporosos que van pa' donde sopla el viento. Así que van por la calle y ven "sale off" donde antes decía "liquidación" (¿qué quiere decir seilof?), o "pharmacy", o "winery", o "kids" en vez de "pibes"... ¡Con lo lindo que suena "pibes"! Si te querés hacer el cosmopolita ponele "botijas", que suena mucho mejor y lo entendemos todos, ¡cabeza de corcho, gil de estopa!

 
Pero bueno, todo esto viene a cuento porque, además de que nos afanan las palabras, con la interesada complacencia de algunos atorrantes, claro está, también nos afanan las fechas.
Hoy, 11 de septiembre, el mundo entero conmemorará y hablará y gastará ríos de tinta (digital) discutiendo y perorando sobre no sé qué atentado no sé en dónde. Y ojo, que los Habitués no pecan de necios, bien saben en qué mundo están parados, pero es como que hay algo que no cuadra. Todo el mundo se escandaliza y se aterra, y vuelven las cruzadas, se habla de dios y todo eso (y por favor que alguien me explique qué tiene que ver el pobre barba en todo esto, que ya es el colmo), si a mí me dijo el almacenero que en realidad parece que fueron ellos mismos. Y qué quiere que le diga, a mí no me extraña. Capaces son.


Y si no fueron ellos mismos, los muchachos estos de las barras y las estrellas, tan amantes de la democracia (¡ja!), acusan a unos tipos que resulta que antes eran sus amigos... Y no sólo eso, si no que además, con los ojos tintos en odio y enfermos de sed de venganza porque les metieron el dedo en el culo a ellos tan machitos, van y les caen con todo... a otros, que no tenían nada que ver, pero por las dudas. Así que, unos u otros, alguna cagada se habrán mandado... Digo, se lo ganaron a pulso ésto de que los cagaran a avionazos haciendo méritos ahí por la tierra de la Media Luna.

Yo qué sé, no me pone contento ni me causa risa la muerte, ninguna muerte, y que esto quede clarísimo. Pero si fuera por mí, y sobre todo por ellos, le derrumbaba a gomerazos, o le enfilaba toda la flota de bondis 60 a las torres esas que eran primas, mellizas (como las galletitas), siamesas o algo por el estilo, les volaba el Puente de Brooklyn (bruclin) y el Empire State (empairesteit) a puros triangulitos y rompeportones, y la est... estuata... ¡estatua! de la Libertad famosa esa se las volteaba a escupitajos...

-Flores, al grano.

Disculpe. Decía que nos afanan las fechas porque hoy, on-ce-de-sep-ti-em-bre, es un aniversario nuestro, cercano, hermano, de nosotros. Hoy se cumplen 36 años de, por un lado, un hecho aberrante, las bestias sacándose la máscara y mostrando por fin los dientes, su oscuro odio (y, ¡oh, casualidad!, mirá, los pibes éstos de los que hablábamos antes...), y, por otro, de un gesto, un símbolo, de una hondura y de un coraje como pocos.


Don Salvador Allende, el Chicho, presidente constitucional de Chile y socialista, con las bestias ahí en la puerta a punto de dar el zarpazo, se quitaba la vida en el Palacio de la Moneda, cumpliendo una promesa, o su deber, o quizás algún mandato más hondo. Un rato antes dijo:

 
    "Seguramente (...) el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. 
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. 
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. 
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición."


Después apretó el gatillo, y con eso dijo todo. ¿Qué más decir?


Los Habitués con este emocionado homenaje lo saludan a usted, y en usted a los tantos, tantos otros, que, cuando las papas quemaban se quedaron, equivocados o no, no importa, donde entendían y sentían que había que quedarse (en vez de, por las dudas, salir rajando).


¡Salute, compañero presidente! 

¿Te lo imaginás a yorsh bush haciendo lo mismo? ¡Ni en pedo el pobre!

laniñezdeamorunteeeeemplooo

 

ien-su-pe-cho
laaaniñezdeamorunteeeeemplo
tehalevantado
ienelsiguesvivieendo

ial-lati-ir
sucorazónvarepitieeendo
honorigratitud
algransarmie-en-to

Gloooriaailooor
hooonrasinpaaar
paraelgraaandentrelosgra-an-des
padredelaaaula
sarmientooinmortaaal


¡Qué hijosdeputa! Ay, ay, ay, m'hijito, qué país éste... ¡Qué bárbaro!

Creo que además de ser uno de los himnos más espantosamente horrendos que nos enseñaban en la escuela, nos veíamos obligados a cantarlo para homenajear a un señor, a este señor, que nunca, nunca pero nunca faltaba a clase, razón de peso para que YA esos cientos de pequeños querubines formados (¡formados!) ahí en el patio, ah, blancas palomitas, empezáramos a odiarlo oscuramente.

Ya de más grandes, y al acceder a otras lecturas, entendimos que estábamos equivocados. En eso de faltar a la escuela, digo. En odiarlo ni por putas, estábamos a-cer-ta-dí-si-mos. Mecachendié con nuestros "próceres"... Cito:

"La clase decente forma la democracia, ella gobierna y ella legisla. (...) Cuando decimos pueblo entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante.
Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir patriota. (...) Las masas populares cuando llegan al poder establecen la igualdad por las patas, el cordel nivelador se pone a la altura de la plebe y !ay de las que lo excedan de una línea!
El ejercicio de la soberanía popular traería como consecuencia la elevación de un caudillo, que representa en todos sus instintos la mayoría numérica en despecho de la minoría ilustrada (...)."

Sabemos que no está bien, sería una torpeza, digamos, medir un siglo y a sus hombres y mujeres con la vara de otro. Pero las ideas de estos muchachos persisten. Persisten en su desprecio. Y temen. Y odian. Civilización y barbarie: gente "decente" que clama por la pena de muerte para los "delincuentes" (que a esta altura es lo mismo que decir "negro" o "villero"), por ejemplo, y por no citar otros, igual de bajos, igual de tristes.


Así que flaco favor le hacemos a nuestros maestros teniéndolos que saludar el 11 de septiembre. No se lo merecen, digo yo.

Los Habitués, entonces, prefieren saludar con orgullo, porque sí y cuando se les da la gana, a todos los maestros y maestras (no hay profesión, vocación, más linda), tantos y tantas que se pelan la voz, la garganta, el corazón, todos los días en las aulas, en las ciudades, en los pueblos allá lejos, pa' hacer de este ispa, en los pibes de este ispa, uno mejor y más lindo, más propio, más cariñoso y solidario, más inteligente, con más y mejor conciencia, más justo, y más libre. Como CARLOS FUENTEALBA, por ejemplo.


¡Salute, maestros (nunca mejor usado este adjetivo)!

Y de paso, pa' que se embronque "el padre del aula", levantamos la copa a la salud del General Quiroga, qué tanto.

9.9.09

el pueblo en las paredes...

Mirá vos, ¿12 años ya? La pucha...
Ricardo Carpani, un artista con todas las letras, es decir, un laburante. Argentino, es decir, latinoamericano. Un militante: desde el grupo Espartaco allá por el '59, hasta los afiches para los sindicatos en los '60-'70, para la C.G.T. de los Argentinos, los murales...

    
¡Un abrazo grande, querido maestro-compañero! Los Habitués, sus eternos amigos, laburantes del arte, obreros del arte de cantar, hoy 9 de septiembre se sacan el sombrero y brindan a su salud. Esperando quizás volver a estrecharle la mano, en alguna vuelta, en algún lugar de la vida ésta. O de aquella.
¡Salute!


7.9.09

Noches de Carnaval

viernes 11 de septiembre
LOS HABITUÉS
en el Espacio El Tambo 
de Parque Avellaneda
Noches de Carnaval
En defensa de la cultura popular y el espacio público

Av Directorio y Lacarra - desde las 20 hs
entrada: 2 alimentos no perecederos

todos los viernes de septiembre

ESTE VIERNES, EL 11:

- ESPECTACULAR APERTURA!!! CACHENGUE Y SUDOR!!!
- LA FURIA DEL CARNAVAL
- LOS HABITUÉS
- LOS DESAKATADOS
- LA LOCURA DE BOEDO
- INFUSIÓN


organizan

Los Descarrilados de Parque Avellaneda

¡Salú!

No me arrepiento de este amor...



Señores, Miriam Alejandra Bianchi, Gilda. Trece años ya...

Promúlguese: Los Habitués estamos perdida, total, absoluta y desaforadamente enamorados de Gilda. Toda vez que en alguna fiesta, ágape y/o reunión a la que son invitados (que son las menos, si los conoceré...) empiezan a sonar los primeros acordes de cualquier canción de ella, los Habitués inmediatamente se detienen en el aire, acusan recibo, se les erizan los pelitos de la nuca, interrumpen toda conversación (se han perdido cada minusa a causa de esta penosa enfermedad de amor), empiezan a babear y a derretirse lentamente, cierran los ojos, llevan su mano derecha al corazón, y recordando vaya uno a saber qué cosas, intentan aquietarlo a puros estrujones. Pasado el primer sacudón, es como una ola de agua fría que te agarra de sorpresa y te deja aterido y estremecido, y como despertando de un sueño profundo, abren los ojos y se lanzan a la pista con la percanta que tengan más a mano, para ser inmensamente felices cumbiancheando y vociferando los versos de "Fuiste" o esa otra que dice "amame, amame suavecito, amame despacito...". ¡Qué voz, por el amor del cielo, qué voz! 

Por otra parte, no está de más decir que los Habitués, como murgueros que son, consideran y sostienen que "No es mi despedida" es una de las mejores retiradas de murga jamás escritas, habidas y por haber, que tiene e-xac-ta-men-te todo lo que hay que tener para ser tal. Quién tenga alguna opinión en contrario y tenga ganas de discutir sobre este punto, que se busque dos padrinos, elija si trabuco (por favor, abstenerse de realizar comentarios más bien obvios) o florete (ídem), que lo esperamos a pie firme en algún descampado a convenir alguna nochecita de éstas.

No es mi despedida

Quisiera no decir adiós
Pero debo marcharme
No llores, por favor no llores
Porque vas a matarme

No pienses que voy a dejarte
No es mi despedida
Una pausa en nuestra vida
Un silencio entre tú y yo

Recuérdame a cada momento
Porque estaré contigo
No pienses que voy a dejarte
Porque estarás conmigo

Me llevo tu sonrisa tibia
Tu mirada errante
Desde ahora en adelante
Vivirás dentro de mí

Yo por ti volveré
Tú por mí, espérame
Te pido…
Yo por ti volveré
Tú por mi, espérame
No me olvides…

Además dicen que dicen que Gilda hace milagros. Los Habitués lo dan por descontado, ya que se les da por creer en esas cosas, pero el verdadero milagro, el mejor de todos, pa' mí, es escucharla cantar. ¿Te imaginás las tremendas cumbianchas que se deben armar allá en el Cielo?


Y además de cantar como un ángel y hacer milagros, encima estaba fuertísima... demasiado para un Habitué. ¡¡¡Ojooooooieee!!!
¡Te queremo', Gilda, te queremo'! 
¡Salute!


http://www.youtube.com/watch?v=HxZ6A3iAqkU&feature=related

6.9.09

troilo y grela el disco cabecera...


Hacía rato que el coso éste de los Habitués se venía entregando a extrañas y caprichosas conmemoraciones. Hoy retomamos.

El 6 de septiembre de 1992, a sus 79 pirulos, se fue Roberto Grela. 

Yo no sé si es el mejor guitarrista de tango que anduvo por estos lados. Si no es, le pega en el poste. O en todo caso, cuando tocaba con Pichuco, pa' mí sí que era.


Los Habitués, agradecidos. ¡Salute, maestro! 



4.9.09

Habitués, cantores de historieta...

El 4 de septiembre de 1957 en la Hora Cero Semanal que te comprabas en el quiosco aparecía el primer capítulo de El Eternauta, el original, de Héctor Oesterheld, con dibujos de Solano López. Inmejorable ocasión entonces para celebrar el Día de la Historieta y para homenajear a tantos genios que han dado estas pampas.

No voy hacer aquí un resumen de la historieta argentina, que no alcanzaría el tiempo y el espacio, desde la mitológica Caras y Caretas de principios del otro siglo, a Dante Quinterno con Patoruzú, las minas de Divito, García Ferré, Don Fulgencio, Afanancio. Fontanarrosa con Inodoro y el entrañable Mendieta, Boogie el aceitoso. Don Joaquín Lavado y Mafalda. Caloi. Y etcétera, etcétera, etcétera. Y etcétera.

Pero sí quiero hacer aquí dos menciones especiales, dos homenajes. Un poco al azar, y otro poco por razones del propio corazón. Ignoro qué tan relevantes pudieran haber sido para otras personas, pero hay cosas que a uno lo acompañan mientras crece y que sin querer lo marcan para siempre.


Uno: El genial Robin Wood, un guionista de la hostia, que pocos conocen, y que entre otras cosas, creó al sumerio Nippur de Lagash y a Dago, el renegado. Personajes profundísimos, historias terribles, sencillas, conmovedoras, que salían en las revistas El Tony, Intervalo, D’artagnan. Creo que aprendí más sobre la Ética leyendo a Nippur y a Dago, que en cualquier librote, apunte del CBC, o similar.





Y dos: aquella Revista Fierro a Fierro, la de las “historietas para sobrevivientes” en aquel ’84, la que dirigía Sasturain, la que tenía las tapas del cordobés, infernal, Chichoni...
 


Menciono al azar (lo que me acuerdo): Las duplas geniales de Trillo & Saccomanno, Muñoz & Sampayo con Sudor Sudaca, los guiones de Sasturain, de Piglia, de Saborido. Mandrafina. Barreiro. Los dibujos de Alberto Breccia, con Perramus (¡Perramus, con guión de Sasturain!), y los del otro Breccia, Enrique, el hijo, con el desopilante y bizarramente peronista Sueñero (todavía no puedo decidir, y no lo voy a hacer nunca, cuál de los dos, si padre o hijo, me gusta más). Ficcionario de Horacio Altuna (¡las minas que dibujaba Altuna, por dió!), y el Último Recreo con guión de Trillo, otro animal. ¡Polenta con pajaritos de El Tomi! El inigualable, exquisito dibujante, Nine. Los cruces con otros grandes de por ahí: el Tano Hugo Prat con el Corto Maltés, Manara, Giménez, Moebius... Y más...








 Saludo entonces a todos esos tipos que, como consideran algunos, desde un “arte menor” (¡ja!) se quemaban las pestañas y la gorra aportando, apostando, indagando, creando historias increíbles, terribles, oscuras, en ese momento, después del Terror, después de Malvinas.
Saludo también a todos los que tuvimos la suerte de ir creciendo mirando, aprendiendo, eligiendo, leyendo esas historias.


Los que saben de lo que hablo, recordarán y brindarán conmigo. Los que no, vayan hoy sin falta al Parque Centenario, se compran un par de números, y después me cuentan.

¡Salute!