26.8.09

y se ponen también a aplaudir, pobrecitos...

El canto de los cronopios

Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias.
Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas) acaban aplaudiendo al cronopio que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.

Flor y Cronopio

Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos, primero la va a arrancar,
pero piensa que es una crueldad inútil
y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz.
La flor piensa: "Es como una flor".

Tortugas y cronopios
Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural.
Las esperanza lo saben, y no se preocupan.
Los famas lo saben, y se burlan.
Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.

(Historias de Cronopios y de Famas, 1962)

95 años se cumplen desde que nació de casualidad en Bruselas...
Los Habitués, eternos cronopios, no hay nada que hacerle, en combate perpetuo contra todos los pobres famas de este mundo, levantan su copa, se desafían muy denserio a ver quién es el macho que gana el cielo a la rayuela, y se preguntan qué mundo sería éste, tan otro, seguro más gris y tanto más aburrido, mucho menos deslumbrante, si don Julio Cortázar no hubiera nacido, o se hubiera dedicado a otra cosa, por ejemplo.
¡Gracias, don Julio querido, a usté no hay con qué darle! ¡Salú!

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