22.8.09

no sé qué título poner...

No sé, es raro... ¿Por qué escribir sobre algo que pasó hace 37 años? ¿Para qué volver a nombrar lo horrible, lo indigno? ¿Volver a decir las mismas palabras que ya fueron dichas una y mil veces? ¿Para qué cosa? Si pasó tiempo y tanta agua bajo el puente. Si ya nadie se acuerda...

No sé, es rara la memoria, que guarda delicada algunas cosas y olvida otras...

Los Habitués, entre otras cosas, recuerdan. Tanto tiempo pasan en el bar que a veces nada más recuerdan y recuerdan, y de ahí acuerdan y concuerdan. Les gusta recordar, y además les gusta regalarse sus recuerdos: y sin parar dibujan, zurcen historias en el aire, interminable desfile, anécdotas, personajes, que colorean, invaden la mesa del bar, las sillas, los ojos, el corazón.
La historia de un gol perfecto, o la vez que aquel voló, el día aquel que sentimos tanto miedo, algún amanecer, aquella borrachera, la increíble memoria del abuelo Genaro que era mozo, el primer beso y el último, ella, aquel dolor, el día en que, ¿te acordás?, casi morimos de tanta felicidad…

Los Habitués son sus recuerdos y los llevan con orgullo, como escarapela, flor en el ojal, canción silbada; recuerdos de uno, que son uno, que se regalan a otros pa’ ser de todos…

Necesarios ejercicios de la memoria, tender los puentes que hacen falta, conocer, saber, no olvidar... para poder pensar, pequeña cosa, para entender y aprender, para crear.

Eso nomás, recordar...


Aquel 22 de agosto una dictadura (aquella, la otra) fusiló, de guapos nomás, es decir, de cobardes, a 19 militantes políticos, combatientes de las F.A.R., del E.R.P y de Montoneros, detenidos en la Base Almirante Zar de Trelew después de fugarse de la cárcel de Rawson.

Tres de ellos sobrevivieron para contar la historia. Su historia, que es, hoy, historia nuestra. ¡Salú!

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