4.8.09

viernes de... suspenso

Hace rato, demasiado pa' mi gusto, que los Habitués no salen a cantar, pero no hay nada que hacerle. El frío, la gripe, la crisis mundial, el "Fino" Palacios, el discurso de Biolcati, nos tienen a mal traer, desanimados, malhumorados, sin ganas de nada, clavados a la mesa del bar intentando entrever entre las copas alguna hebra de futuro. Hasta que a nuestro amigo Campari se le ocurre una idea genial:

- Che, ¡¿y si vamos el viernes a...?!
- No jodas, Campari. ¿Adónde querés ir?
- A coso... ¿cómo es este lugar? El que fuimos la otra vez...
- ¿Cuál?
- ¡Coso! Pucha, ¿cómo era? Dale, vamos. Total, ¿que nos cuesta? Vamos, cantamos un rato, nos sacamos la mufa... Además se pone lindo. Está lleno de...
- ¡Qué rompequinotos! Si ni sabés cómo se llama...
- Pero sí, che, ahí, el lugar éste, que organiza la gente ésta, el amigo de aquel... Ahí, donde comimos las lentejas. Che, Nino, ¿cómo era el lugar aquel donde comimos las lentejas?
- Yo qué sé. ¿Qué lentejas?
- ¡Pero carajo! ¿No te acordás de las lentejas?
- ¡Ah, pará, ya sé!, ¿vos decís...? El Centro Cultural ese...
- ¡Sí, ahí! ¿Vamos?

- Pará, pará... lo tengo en la punta de la lengua... Sí, ya sé donde decís, coso, sí... ahí, que un día íbamos a ir y al final no fuimos...
- ¡¡¡Ese!!! ¿Vamos?
- Pará, ¿como era? ¡La marmita! No... ¡La vasija! No, tampoco... el cuenco... el bol... algo así... Flores seguro que se acuerda...
- Sí, ya sé lo que dice éste. ¿Vos decís... esteee... como una especie de vasija grande de barro o metal, angosta de boca, ancha por la barriga y angosta por el pie, y por lo común con una o dos asas, que se utiliza para guardar o transportar líquidos, no?
- Tengo un par de amigos que se ajustan a la descripción...
- No interrumpas. ¡Sí, eso! ¿Cómo se llama?
- Ni idea, che.
- ¡Uh, loco, qué manga de...! Bueno, no importa... ¡cómo se llame!... pero vamos, ¿no? ¡¿Dale que íbamos?!

Insistente, Campari. Y ya sabemos cómo terminan estas discusiones de mesa habitué: tanto va el cántaro a la fuente que al final... lo rompen a Campari. O como dice nuestro poeta rante, Moscato: tanto va el Habitué al cántaro que al final la rompe. En fin... Misterio.
Así que, queridos amigos, amigas, ya saben: los que nos extrañan y nos quieran escuchar cantar, el viernes a la noche los Habitués se van para el... ¡¿cómo era?!
¡Salú!

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