2.3.11

bondi habitué riloudid: vistos y considerandos

Vamos a ver, dijo un ciego, y a dar más datos sobre el asunto este del bondi carnavalero habitué, que mucha gente pregunta y, más que nada por fiaca, nos venimos haciendo los misteriosos.

Resulta que los Habitués salen en Carnaval, como no podía ser de otra manera para cualquiera que se precie de carnavalero, razón por la cual febrero es un mes agitado, de idas y venidas, ensayos febriles, giras misteriosas y mágicas de barrio en barrio, circuitos 'oficiales' e independientes en capital y el conurbano, un choripán y alguna que otra cerveza por todo alimento, trazando nocturnos derroteros sobre el plano de la ciudá, de corso a otro corso y de ahí al club, y del club al bar y del bar... Bueno, así. Imaginate...

Pero resulta también que hay un día —¡un día!— en el que la muchachada decide dejar de sacarle lustre al codo, licenciar a los cocodrilos que habitan en sus bolsillos y en un portentoso acto de generosidá sin fin, que por otra parte los caracteriza, cómo no, se alquilan un coletivo, de esos comunes, un once catorce, de los escolares, para poder invitar a quien quiera venirse de gira con nosotros a recorrer el Carnaval porteño, que no para de crecer y está cada día más lindo y más mejor. Si no nos cree, venga y después conversamo'...

La única condición para sumarse es la de venirse disfrazado, como estipulan los diez mandamientos de Momo para vivir el Carnaval como corresponde, y, sobre todo, con ganas de compartir emociones y aventuras con una caterva de atorrantes cantores como uno, conocer quizás barrios lejanos donde alumbran otras estrellas, y, en síntesis, divertirse de lo lindo. Como quizás pueda usted observar en esta foto del año pasado:


¿Qué se necesita para asistir? Nada en especial, salvo ir procurándose el disfraz, y agenciarse una plaza reservando con tiempo. ¿Cómo? Mandando un mail a loshabitues@gmail.com intitulado 'gira carnavalera' en el que nos va a decir cuántos amigos piensa subir a la patriada esta.

Por favor: aunque sabemos que tratamos con gente tanto o más irresponsable que nosotros mismos, en este caso le vamos a pedir un cacho de responsabilidad en el asunto para no reservar lugares al tuntún. A ver si el día ese a la final no viene nadie por culpa de uno de esos que te ponen asistiré y después no aparecen...

Nada más por ahora. Quien ya haya vivido Carnaval arriba de un bondi ya sabe de lo que le hablo: la fiesta se lleva puesta encima. Quien todavía no vivió esa experiencia límite, creo que esta es su oportunidad de probar suerte. Personalmente le digo, la ocasión es IM-PER-DI-BLE.

Para carnavalear no hace falta nada más que tener las ganas y estar nomás. Porque, además, la fiesta, nuestra fiesta popular, creamé, se lo merece...

¡Salú!

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