23.9.09

Si Gardel es uruguayo, ¡Artigas es argentino! (¡Y hondureño!)

1850. Don José, el Pepe, como le dicen cariñosamente los yoruguas, fallecía pobre y solo, pero tremendamiente digno, en el hermoso y verde Paraguay que lo albergó y lo quiso.

Vale la aclaración: Don José Gervasio Artigas, oriental hasta la médula, es un prócer (qué feo que suena "prócer" cuando se habla de un amigo, ¿no?) también nuestro, pero nuestro-nuestro. De cuando las Provincias Unidas del Río de la Plata eran una misma cosa. Después conveniencias seguramente ajenas trazaron una frontera donde no la había, y la Banda Oriental es desde ese entonces otro país. Pero la sangre y el corazón de los pueblos... (¿a quién le importa de qué lado de un río se nace?).



Lo trataron de bandolero, a él, los copetudos, los comerciantes del Puerto, los diarios de los oligarcas de Buenos Ayres y Montevideo (¿te suena?); porque además de ser un "guerrero de la Independencia", también quiso que esa revolución en marcha fuera para los pobres y los mestizos, los indios, los mulatos. Y eso, como es sabido, no conviene mucho a la civilización (esa de la que hablaba el bueno de Domingo Faustino) y/o la libertad de mercado.

Don José, federal y hombre de corajes, peleó hasta donde pudo junto a su gente, sus gauchos desnudos, que lo siguieron hasta el final. Después, se fue.

Hoy los Habitués se sacan el sombrero, se endulzan la boca, y lo recuerdan en esta vidalita cantada por la voz profunda de Don Alfredo, otro compatriota oriental de esos, de los buenos, de los nuestros.


A José Artigas
(Carlos Bonavita-Alfredo Zitarrosa)

Vidalita acordate de José Artigas,
y endulzate la boca, cuando lo digas.
A la huella de un siglo que otros borraron,
mintiendo los martirios del traicionado.

A la huella vieja, vidalitay,
que te estoy buscando,
junto a Lavalleja, vidalitay,
yo quiero oírte andando.

A la huella, primero, de José Artigas,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.
Lararailaira, lararairá,
y sacate el sombrero, cuando lo digas.

Vidalita orientala, lejana y pura,
a la patria cantala sin amargura.
No hay más huella, canejo, que la de Artigas,
y jugate el pellejo, cuando la sigas.

Patria sola y patria, vidalitay,
patria sola y muda,
rompé tu silencio, vidalitay,
vamos en tu ayuda.

En tu ayuda, ¡ay paisanos!, monten baguales;
vamos mano con mano, los orientales.
Lararairara, lailararará;
vamos mano con mano, los orientales.


¡Un vaso de caña a su salud, Don José! Los Habitués, presentes y al pie, con usted donde usted vaya. 
¡Salute, bo!

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