10.11.09

¿17 de octubre u octubre del '17?


No está muy clara la fecha en que fue tomada la fotografía pero todos coinciden en que se trata de la época de oro de los Habitués, cuando de tarde en tarde los muchachos dejaban caer su estampa diquera por el Club Social, Cultural y Deportivo "Las patas en la fuente". Si mal no recuerdan los cronistas la foto corresponde al día de la inauguración del clú.


En el centro de la foto, sonriente, su fundador, don Domingo (para los amigos era Pocho, aunque los muchachos le decían cariñosamente "el Viejo"), eterno presidente de la Comisión Directiva, y ganador por afano en cada elección. Tipo querido, al Pocho le gustaba asomarse al balconcito que daba a la calle, tenía esa manía el hombre, pa' conversar y saludar a los vecinos y regalar algún que otro pan dulce, alguna sidrita.


El grandote con pinta de papá nuel es Carlitos. Ex-luchador de catch y a la sazón profesor del club, donde dictaba clases de lucha. Aunque no se llevaban muy bien se decía que el Viejo, flor de pícaro, lo aguantaba porque le atraía a la muchachada. Filósofo, habitué de mostradores mistongos y entrañable camarada, gran discutidor, dialéctico, siempre con su vasito de grapa, acostumbraba deslumbrar a los muchachos con sus esclarecedoras teorías sobre el devenir del barrio y especialmente con su casi científica certeza sobre quién, indefectiblemente, habría de matarle el punto a la pituca "Los Burgueses, la capital de la pizza", la pizzería donde se juntaban los estirados del barrio y a la que los muchachos tenían prohibida la entrada desde que una navidá, y en complicidá con los mozos del lugar, habían repartido fainá a los chicos del barrio sin el consentimiento de los dueños.


A la derecha, el Bebe, al que los pibes le decían en joda "el Delegado". Durante un tiempo fue la mano derecha de don Domingo y atendía todos los asuntos cuando el Viejo no estaba presente (en esa época el Viejo ante cualquier quilombo decía "si lo dice el Bebe es como si lo estuviera diciendo yo, ¿tamo'?"), pero el tiempo (y la distancia, el Bebe se mudó a la calle La Habana) y la creciente amistad del Bebe con Carlitos fueron enfriando la relación.


En la foto también aparece, arriba y a la izquierda, claro, el Gringo Agustín, electricista del club. Entrañable amigo y compañero de correrías de los muchachos ahí por los corsos de Avenida Córdoba, donde siempre se terminaban armando tremendos despiporres (era fama que los corsos de Avenida Córdoba únicamente terminaban cuando caía la policía).


Y abajo, al lado de Pernod, el querido Alfredito, yorugua y cantor, con el que los Habitués gustaban de cantar de vez en cuando en las largas trasnochadas cuando el clú cerraba la persiana para quedarse guitarreando hasta que amanecía.


Otros tiempos, tipos de los que ya no se encuentran...


La barra todavía los recuerda.


¡Salú!

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2 comentarios :

Anónimo dijo...

Simplemente genial!
con la magia y la sutileza que los caracteriza...
Un orgullo conocerlos!
Yani

Les Habitués dijo...

Tenés razón, Yani, la genialidad es una característica que nos adorna. Igual que la humildad. Y la pinta, claro.

Hablando denserio: ¡¡¡gracias!!!