Decían que no tocaba tango... y capaz que no, por ahí no era, o por ahí sí, andá a saber, la verdad que no importa mucho... mirá si a esta altura nos vamos a andar preocupando por esas cosas...
27 inviernos porteños después de su partida, los Habitués, fanáticos empedernidos y apasionados de las cosas que no se nombran porque no se puede, le mandan un irrespetuoso abrazo.
¡Salute, Don Astor!
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