Sesenta y cinco minutos cuarenta y siete del más puro...
—¿Del
más puro qué, bocinón? Si hace casi un lustro que venís haciendo
bandera ponderando mezcolanzas, mixturas, los más promiscuos
contubernios... Pelandrún...
—Tiene razón. Pero hágame la gauchada y trate de no interrumpir. Gracias. Las Patas en las Fuentes, decía, sesenta y cinco minutos cuarenta y siete del más impuro e irreverente rocanroltangomurguero.
Porque esta extensa, e intensa, obra fonográfica reúne, en una suerte de
antología, de laboriosa recopilación, el repertorio casi completo que
Los Habitués supieron desgranar a lo largo de sus muchos años de vida
atorrante. Desde sus primeros tangos de juventud, registrados en 78 rpm
mas prácticamente desconocidos para el gran público, así como buena
parte de su obra inédita, pasando por su etapa beat o progresiva, su
período más murguero y combativo, sus creaciones de marcada influencia
tropical, hasta su obra más moderna y madura —pasada más bien—, de
intrépidas sonoridades…
Acompañan y enmarcan el
material sonoro textos e imágenes, publicaciones de dudosa veracidá,
historia reescrita y a todas luces apócrifa, citas, homenajes. Sumado al
inefable aporte de artistas de la talla de Manuel "el Negro" Flores,
sempiterno cronista, de Ricardo Barbieri Aguilar, cuya obra cumbre se
presenta en el interior como imagen central; de Andy Riva, majestuoso intérprete de portentoso lápiz pelando tapa de altísimo nivel, y del gran Andrés "Ruso" Snitcofsky, culpable este hombre del gremio de los gráficos del broche de oro final.
El
lonplei cuenta también, gracia'adió, con la presencia de grandes
músicos invitados que lo engalanan y suman musicalidá: El habitué que
faltaba, don Juancho Padilla, en arreglos de vihuela; los próceres Teté Aguirre, Tato Serrano y Tamara Ronco, tres generaciones unidas, casi cincuenta años de historia, de catedráticos del bombo con platillo; Ciertas Petunias, admiradas y adoradas compañeras de ruta; el Guille Franco, un hermano, capo de la garufera y vibradora; don Quique Condomí, otro hermano, y músico de la san puta, aportando los más lindos y más mejores violines del ispa; el Dani Laham, otro prócer que nos da orgullo que sea amigo nuestro, en la cordeona; los compañeros con mayúscula de la murga Sacate el Almidón, siempre troesmas, en un combo explosivo junto al querido Walter Rebottaro; el Cheche Ordóñez y Florencio Justo,
infaltables, bordando bellas melodías y, además, aguantando los trapos y
guiando la tropa por los sinuosos caminos de la mezcla y la edición; Agustín Lumerman y Juan Brusse, de Bombo al Plato, descosiendo la pelota...
En
síntesis, como verá, difícil de catalogar, Las Patas en las Fuentes
compone, para arrimar una definición posible, y como para ir cerrando
que ya es hora, un gran collage incoherente y pasional, un colorido
conjunto de sentidos y sentires en formato canción, en imágenes, en
poesía y prosa. En síntesis: una obra genial, de vanguardia, adelantada a
su tiempo... o el desvarío de doce ñatos en una noche de Carnaval. En
fin, usté dirá.
¡Salú!
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14.10.12
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