28.5.11

saltos cualitativos

Los Habitués ayer en Café Vinilo, y sabrán disculpar la soberbia, a mi humilde entender dieron un salto cualitativo en lo que a su quehacer escénico respecta. Cosa que está muy bien, ya que tanto laburo alguna vez tenía que empezar a rendir sus frutos. Rojos. Los frutos, digo...

Frutos (fruta, más bien) de una disciplina rigurosa, cada vez desafinan mejor. Artistas consumados en el difícil arte de la desprolijidad, se perfeccionan al punto de alcanzar grados fuera de escala. A manera de resumen diré que se hizo laaargo como barrera de ferrocarril; Crespi, sútil, inventando acordes nuevos que no contienen ninguna de las notas que deberían tener; el coro ya no sólo se olvida partes de la letra sino que están a punto de establecer una nueva marca olvidándosela entera... En fin, una noche más para el carnavalero olvido...

En un aparte hay que decir que el otro que pegó un salto cualitativo y estuvo a punto de romperse el marote fue el Pipi. Pero por suerte no pasó nada, fue el susto, nada más, de la señora de la primera fila cuando vio que se le venía encima un Chiflado y de Boedo en forma de tormenta de lentejuelas y/o murguero en parapente.

Pero hay que decir también, nobleza obliga, que, fieles a su incomprensible y original estilo, los muchachos estaban encendidos, hilarantes. Los espíritus de Carlitos, de Momo y de Pappo de Lucía allí presentes supieron guiarlos a buen puerto para coronar una presentación pletórica de sutiles chanzas, aleccionadores y pedagógicos consejos, anatemas contra el color amarillo, en un incesante desfile de sensaciones, en los que alguno que otro se tentó más de una vez, para concluir al fin que parece ser que no estuvo tan mal la cosa. Y una muestra de ésto quizás sean los regalos que hemos recibido en el día de la fecha, que van a continuación:



Inmerecidos regalos de sendas pebetas, grandes amigas anque practicamente desconocidas, que han tenido el gesto de devolvernos en generoso arte nuestros torpes desvelos musicales. Por ellas, Mariana Clerch y Vico Alfonso, y por ustedes, los Habitués, eternamente agradecidos de ser cantores.

¡Salú!

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