LOS HABITUÉS
en La Espiralada
$ 10 - Estudiantes Psi. Social $ 8
Bandas en vivo
Grupo de danza
Muestra del taller de folclore
Vino, locro y empanadas
¡Salú!
El canto de los cronopios
Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias.
Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas) acaban aplaudiendo al cronopio que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.
Defensa 535 21 hs ¡a la gorra!
junto a La Santa Milonga
(http://www.lasantamilonga.com.ar/ - www.myspace.com/santamilongatango)
Tres de ellos sobrevivieron para contar la historia. Su historia, que es, hoy, historia nuestra. ¡Salú!
Como quizás recuerden los que tuvieron la suerte de compartir esa hermosa noche, Los Habitués, eternamente agradecidos, instauraron, e inauguraron al mismo tiempo, la entrega del “Premio Matarrese” a la mejor foto de Los Habitués en vivo. En esta primera ocasión el galardonado fue, justamente, don Javier Matarrese, a quien debe el premio su nombre, iluminado y talentoso cronista gráfico que por las suyas nos regaló la bella foto que ilustra el título del blog. Desinteligencias varias impidieron que entregáramos el premio oficial, que consta de un pingüino con su correspondiente damajuana de vino (tinto o blanco a elección) de la afamada marca “De
El concurso, por supuesto, sigue vigente.
Todos aquellos que quieran participar no tienen más que venir a vernos, sacarnos una foto y enviarla a loshabitues@gmail.com, adjuntando eso sí algunos datos básicos: si son varones, con el apodo basta; si se trata de una señorita, adjuntar nombre y apellido, edad, estado civil (si es casada, por favor abstenerse, o marcar el casillero “entro en cualquier componenda”), dirección, número de teléfono, pasatiempos preferidos y, si es posible, una foto (de sí misma, claro está).
El jurado será de excelencia y estará integrado por un grupo de expertos artistas de reconocida trayectoria convocado expresamente al efecto. O sea, los Habitués, y quizás algún que otro amigote que se caiga en el momento de las deliberaciones. Queda por definir dónde (en qué bar) y cuándo se realizarán las mismas, aunque las novedades, y las fotos concursantes, por supuesto, se irán publicando oportunamente (se aceptan sugerencias).
Así que, queridos amigos, amigas, ya saben: animensén, desempolven la vieja Leika y denle nomás al obturador, que Los Habitués sabrán agradecer el esfuerzo.
Abrazo grande para toda la gente que estuvo el viernes, muchas gracias por arrimarse y por la onda. Un reconocimiento especial pa’ los queridos amigos del Rejunte por la magia. A la querida Carolina Calivar, que ya sacó ventaja y nos sacó ¡400 fotos! y algún que otro video cantando en la cocina que seguramente subamos pronto (la primera foto, la de los Habitués vistos a través de su propio megáfono, es de ella).
Muchísimas gracias a las amigas de El Triciclo y a los cumpas de Fuego Indio por permitirnos compartir escenario. ¡Un lujo y un placer, che!
Pero de don Sigmund para acá, los tangueros niú eish han ido dejando caer en desuso algunos de esos tópicos ("tips" se dice ahora). Mencionaremos aquí dos de ellos, quizás los más sobresalientes: la traición de la pérfida minusa, con la consecuente retahíla de lamentos de todos los colores, y la eterna veneración por la “viejita”, la santa madrecita a la que hace sufrir, que lo visita en la cana, lo espera con el mate y le lava los despechados calzones.
Hoy por hoy casi nadie, tanguero o no, se preocupa gran cosa por estos temas, y cualquier pelafustán hace alharaca en cualquier mesa de café de tenerlos “resueltos”, quien más, quien menos, diván mediante: los taitas modernos ya no sufren cuando los abandonan, y, saludablemente, prefieren evitar el incómodo y traumático procedimiento de andar pegando cuchillazos de rencor, sea a la naifa, sea al coso, para lavar el honor, que bien puede quedar un poco sucio que ya nadie se atormenta o escandaliza.
Y en cuanto a la omnipresente “vieja”, el complejo de Edipo es cosa del pasado. A la vieja se le cantan en su momento cuatro frescas, después se hacen las paces para que se ocupe de los nietos, y cada uno por su lado, feliz de la vida, con un trauma menos y sin molestosas montañas de culpa. En fin…
Hoy es el día de
Los Habitués en sus ratos melancólicos se desvelan pensando en una piedrita desnuda, girando vacía en el espacio, sin árboles, sin agua, sin gente. Y sienten que no hay derecho, que es injusto, criminal, hacerle eso a la vida, a cualquier vida, madre vida, y a los hermanos de la vida. Porque como hijos todos de la misma madre, ¿no resulta entonces que somos todos hermanos?, que no es poca cosa, y el mundo sería otro bastante más lindo si honráramos el lazo. Y la vieja estaría, además, por fin, orgullosa de nosotros.
Por todas estas cosas y muchas otras los Habitués hoy buscamos algún patio de tierra y hacemos nuestra cariñosa ofrenda a
Y de ahí, para despuntar el vicio, a zapatear como desaforados al compás de una chacarera…
¡Feliz día, Pacha! ¡Salute, y gracias! ¡Y que cumplas muuuuuuuuuuuuchos millones de años más!