12.12.12

la puta justicia

Hacía rato que no escribíamos en el coso éste nada que excediera el pequeño universo habitué: el lonplei, Las Patas en las Fuentes, las presentaciones. No por falta de interés, sino más bien de tiempo y, básicamente, de computadora.

Pero ayer el viejo ispa corporativo dio una muestra tan obscena de su pensamiento retrógrado que queremos aprovechar la volada para intentar decir alguna cosa.

Hacete amigo del juez, reza con justicia el refrán. Y nada más cierto y más actual que está sentencia hija del saber popular. Porque todo el mundo sabe -y si no sabe, intuye- que la Justicia fue creada más para convalidar privilegios, para "legalizar" la flagrante injusticia en la que asientan su aristocrático culo los copetudos del mundo, que para responder al reclamo de mayor igualdad y de un reparto más justo de la torta.

Y tienen amigos los jueces; un millón de amigos tienen. O amigos con millones, que es segual. Sus compañeritos de clase, digamos; dueños de estancia, de ingenios, de la santa moral, de la ética republicana, y, cómo no, de multimedios.

Y los jueces, como todo hombre de bien, son leales a sus amigos. Y son leales también a sus "otros" amigos, menos presentables que los anteriores, pero igual de indispensables. Las policías bravas que le cuidan el rancho y, entre otros, que la lista es larga, los fiolos que les consiguen las putas.


Y de esto quiero hablar aquí. De la cada vez más notoria y patética hipocresía de ese país de hombres probos (aunque quizás sea casualidad que la mayoría de los firulos estén en las inmediaciones de Tribunales), republicanos cuando les conviene, con señora, hijos pródigos, misa los domingos, trajes de corte y honorable calva reluciente. La Justicia independiente. Espere que me cague de la risa un rato. Notarios de dictadores de cualquier pelaje, chupamedias y alcahuetes del poderoso de turno que les unte la mano, sostenga sus vitalicios privilegios y, ya que estamos, los invite a Miami a descansar un cacho. ¡Unos independientes bárbaros los chotos viejitos estos!

Pero la conciencia crece, y son cada vez menos los que se morfan cualquier buzón. Y se escuchan otras voces -y cabe recordar también que a los otros viejitos buenos, los de púrpura, también les pintaron la cara hace poco-, y la mentira va quedando cada vez más en bolas.


Por Marita Verón, por las miles de niñas, jóvenes, mujeres víctimas de la trata, y por el país más cierto y más justo que venimos entre todos alumbrando,
¡salú!


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