21.2.11

yo vengo de otro siglo

Qué sé yo, yo qué sé... Uno, como buen porteño que es, trata de que no se le noten demasiado sus preferencias, sus amores, las cosas que lo hacen llorar, la furia, los tipos a los que uno quiere y admira denserio, quizás las esperanzas que todavía guarda en el bolsillo, y...

Pero quéselevacer, y aún a riesgo de resultar poco elegante y demasiado transparente, un chichipío, diré que hay cosas que a uno lo pueden, y le estrujan el alma, que son como un picor en la napia, infancia y vinilos; el coscorrón cariñoso del viejo, las ilusiones o la sonrisa de quien te ama. Cosas con las uno crece y se hace, que lleva encima sin darse cuenta, y que lo dicen, como si uno a la final fuera una poesía escrita por otros. O una música. O un sentimiento.

Y todo esto viene a cuento porque Alejandro del Prado...

... Es hijo de otro Alejandro del Prado, más conocido como Calé, el dibujante, ese "sociólogo del dibujo", el del genial Buenos Aires en camiseta que salía en la Rico Tipo allá por los años '50. Es sobrino, además, de Roberto Pérez Prechi, bandoneonista de Fresedo, y ya con esto alcanza pa' señalar una genealogía.

De sus quehaceres se puede decir de todo, como por ejemplo que a los 16 años acompañaba con la guitarra al periodista y poeta Osvaldo Ardizzone, que sacó el grupo Saloma en los '70, que trabajó de albañil, de capataz, en escuelas y hasta de preparador físico en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, que se fue y volvió, que tocó el guitarrón con Zitarrosa en México, que musicalizó y grabó poesías de Jorge Boccanera y de Tuñón, ese, el de la rosa blindada, el de la luna con gatillo, que cuando la vanguardia miraba para afuera miró pa' adentro nomás, a la murguita mersa, al tanguito olvidado, a la resistencia y al sudor de la tribuna, a la milonga, que cantó en lunfardo, que sacó dos discos solistas, Dejo constancia y Los locos de Buenos Aires en los '80, y que..., y...

(Imagen amablemente afanada del blog sobre vinilos El Arcón de los Recuerdos)
"Pero quienes vuelven a verlo en vivo después de algún tiempo se llevan una sorpresa brutal. Alejandro del Prado es ahora más reconcentrado, más vanguardista, más profundo, y con una densidad urbana que emociona", puede leerse por ahí.

Porque Alejandro del Prado es, fue y será...

... Tangos, murgas y milongas, y canciones, arte popular y rocanrol, poesía de los locos de Buenos Aires que dejan constancia aquí sobre esta mesa de café, generalas y blasfemias que si algo ha cambiado, por suerte, hermano, después de todo, eso es nosotros... ¿Te acordás cuando escuchábamos Almendra? Y en el winco reventado de una siesta duermen los solos que esperan... Y todavía creen, a su manera; ¡salud, viejo, a la cofradía trotacalle y trotamundo! Y después... Fotos, fotos, fotos de una ciudad, puerto y madre, la plaza del mundo, que sobrevivió a la gran pálida para, cómo no, podernos encontrar. Y fervor popular, todo nos falta aquí abajo, y no importa que esté en pijama o camiseta, salga a la puerta, vecino, ¡llegó la murguita! Todo menos la alegría... Y a festejar el canto con chistes picantes y buenas canciones, por la esperanza, con los compañeros... Y una pelota alucinada pa' acá, pa' allá, ¡señora!; harapo de la ciudad y la murga del '81 desaloja oscuridad; chumbariló y dale duro a tu guitarra, pibe, y tratá en acordes milongueros, con los coros del lugar, porque... Si te contara de mis ruidos, ¿Dónde vas?, mariposa de lujo y de ausencia, o de mis ojos o de una canción para doler como un insomnio... que Buenos Aires, que ésto, que el otro, que te extraño y que estoy solo. Porque huele a tango y rock & roll lo que te cuento. Y una ginebra...

Y... Eso nomás, viajero de otro siglo, uno futuro. Del Prado.
¡Salú!

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