26.5.10

¡Concurso habitué! Importantísimos premios...

Los Habitués, además de cantar, son fanáticos de los concursos y certámenes de cualquier tipo y factor; se los puede ver en las kermesses intentando voltear montañas de latitas, o en el corso con manojos de cartones de bingo y bolsas de porotos. Al casino no van, porque además de que no son especialmente afectos a toda esa parafernalia más bien tilinga, no los dejan entrar por quilomberos. Y bué... pero que se divierten, se divierten igual.

Apostadores natos, incrédulos e ingenuos (no importa tanto el tamaño o el valor del premio, si no el lance. Cuanto más difícil sea la prueba y más ínfima la recompensa, allí estarán), no pueden evitar la tentación de dejar por un instante en suspenso la fría racionalidad de las causas y los efectos para entregarse enteros al dulce temor, al segundo infinito en el que el más puro azar decida, quizás para siempre, su destino. Mirá, para hacerla corta: timberos, los Habitués son timberos.

Por esta razón es que decidimos lanzar un ¡espectacular concurso! en base a la portentosa fotografía de Ricardo Barbieri, que, para los que no la vieron ya, es la que sigue:

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¡Sí, señoras, caballeros, sí! ¡El concurso de "las patas en la fuente"!

Doscientas cinco caruchas o caripelas (le juro que es casualidad, porque no las contamos... aunque mire qué mala leche esas "cinco" de más... se habrán colado... en fin), más los diez habitués, claro, más el cronista que aquí escribe. Amigos queridos y admirados, personajes de la cultura, músicos, poetas; del deporte, de la política; revistas, publicaciones, personajes de ficción, representaciones...

Así que vea, señora: si no tiene un corno que hacer a la hora de la siesta y tiene ganas de ejercitar la memoria, consultar enciclo o wikipedias, descular relacionando o sencillamente adivinar quienes estaban presentes en aquella magnífica noche de corso en el clú, dele nomás, que su esfuerzo será premiado. Para que no se aturule y se haga galleta, le dejamos esto:

(click en la imagen para agrandar, después click derecho para bajar con "guardar imagen como")

Así que no tiene más que fijarse en el numerito que aparece en la imagen junto a cada caripela, enchufarle su respectivo nombre, y enviar la lista a
loshabitues@gmail.com con la frase "concurso de las patas" en el asunto.

25.5.10

las patas en la fuente corsito



No están todos los que quisiéramos, ni todos los que debieran. Pero en unos también están otros, están todos. Algunos, por unas razones; otros, por otras. Pero todos, todos. Nosotros.

Mi pueblo, mi gente, los amigos, los hermanos... los compañeros; remando día a día, pensando, iluminando, construyendo, nuestra hermosa historia nuestra. La de todos los días.

Brindamos por aquella revolución, la de mayo, allá hace como doscientos años, y por algunas otras. Pero, sobre todo, por las que faltan todavía. Sobre todo por esas.

¡Feliz cumpleaños, patria!
¡Salú!

Los Habitués, una patota rante, poética y musical, en el combate popular...

con el alma aferrada a un dulce recuerdo que hoy canta otra vez...

Por fin, señores, señoritas, ha llegado el día. Como habíamos prometido en estas páginas, y como lo prometido es deuda, acá va: una, sólo una por ahora, de las imágenes de la serie del corso "de las patas", de nuestro querido y nunca bien ponderado Ricardo Barbieri Aguilar, nuestro fotógrafo oficial, eterno y entrañable partener de Flores y de la muchachada habitué en tantas paradas.

Como explicábamos en la crónica anterior, esta imagen, que algunos consideran la obra cumbre de Barbieri, pertenece a la serie de "retratos" realizada por nuestro poeta de la lente durante los históricos corsos que organizaba el C.S.C.y D. "Las patas en la fuente" en la puerta del clú, en el corazón del barrio.


No queríamos dejar de mostrarla en esta ocasión especial, aunque, como dijimos, todavía los negativos están en proceso de restauración. En un esfuerzo sobrehumano de producción, un equipo de expertos (tenemos un japonés, un alemán y un argentino) se encuentran abocados a la tarea. En cualquier momento, cuando termine el feriado al que el japonés y el alemán increíblemente insistieron en plegarse, mostraremos el resultado de sus científicos desvelos y, por fin, las imágenes de Barbieri llegarán a ustedes en todo su, polémico, esplendor.

Un comentario aparte: en aquella ocasión, la que Barbieri tan magníficamente retrató, la edición de los corsos fue especial porque se celebraba en realidad (era mayo y no febrero) algo así como el aniversario de la asunción de la primera junta directiva del clú, fecha que ha dado en señalarse, y recordarse, como la del mismísimo nacimiento de tan respetable y recordada institución. Todavía hoy es difícil precisar cuántos años se cumplían entonces, aunque algunos exagerados dicen que, por lo menos, doscientos.


Más allá o más acá de estos debates, los corsos "de las patas", fueran en mayo o febrero, se hicieron terriblemente famosos y llegaron a ser multitudinarios. En esas nochecitas tibias de verano se daban cita en las calles del rioba filósofos, músicos, poetas, artistas notables y no tanto, jugadores de fóbal, los muchachos del gremio, amigos, compañeros y camaradas de toda laya... Hay que decir que, entre guitarras y botellas de vino, a la luz de las lamparitas de colores y con los bombos con platillo de fondo, solían armarse unas jaranas de órdago y, cómo no, unos tremendos desbarajustes que para qué te cuento...

17.5.10

¡Qué bárbaro, Barbieri! Una barbaridá lo suyo...

Hace rato que venimos hablando, un poco sin querer y de casualidad, del noble oficio de la fotografía. Habremos de mencionar entonces, ya que estamos en tema, a un personaje central, clave, en la ya larguísima historia habitué: don Ricardo Barbieri Aguilar, fotógrafo "oficial" de la muchachada que aquí canta desde sus ya casi míticos comienzos.

Primero que nada ha de decirse que, entre sus muchos y múltiples talentos, Barbieri parecía tener el de la ubicuidad: siempre aparecía yirando distraído en el momento justo para registrar fabulosas andanzas de la barra habitué por los mil y un barrios porteños. Encuentros imposibles, eventos irrepetibles y, por tanto, memorables, quedaron grabados para siempre gracias a la lúcida mirada, a la nerviosa y precisa sensibilidad de su dedo índice a la hora de disparar el obturador, pero, sobre todo, a este raro "don" de Barbieri.

Muchas imágenes de las que los Habitués hoy hacen gala y suelen sacar de la galera de los recuerdos pa' darse dique, son obra de este amigo entrañable. Algunas de ellas ya han desfilado por estas páginas; las volvemos a mostrar a continuación, a modo de ejemplo y de exposición retrospectiva:


Fotógrafo barrial y reportero gráfico (laburó en "El Gráfico" y en alguna que otra publicación de renombre), Barbieri jamás se consideró un artista. Si lo apuraban un poco admitía tener dotes y paciencia de artesano, pero, sobre todo, se pensaba a sí mismo como un atorrante con suerte. Hay que decir que por aquellas épocas para ser considerado un "artista" lo primero que había que hacer era estudiar. No como hoy, y sabrán disculpar la disgresión, que cualquier poligrillo con aires de superioridá cree que tiene "algo para decir" y se desvive por publicar, grabar, exponer, explicar, sobre todo explicar, sin empacho, la primer gansada que se le ocurre. Así es como, a veces, la lluvia de pelotudeces parece diluvio.


No obstante, el "arte" de Barbieri era, notoriamente, reconocido más allá de las fronteras del rioba (llegó a tener, en algunos círculos, una modesta pero leal hinchada). Era proverbial la infinitesimal puntería de su pupila inquieta, su superior instinto a la hora de capturar... la forma de una emoción, el olor de una rosa, la letra de una canción o, sin más, una melodía silbada. Tanto así que hasta los energúmenos más insensibles y más alejados de todo pensamiento delicado y/o abstracto admitían que las fotos de Barbieri tenían "un algo", "algo más", que las hacía, no sé, poéticas, indefinibles y cautivantes. Y ojo que hasta en las imágenes más prosaicas: casamientos, bautismos, la foto del equipo campeón del clú del barrio. En imperceptibles combinaciones de luces y sombras siempre lograba añadirle su "toque": una expresión reflexiva y reconcentrada adornando la jeta del otario del cuñado; una fugaz sombra de imposible sonrisa en el rostro de la tía famosa por su acritud; un aire de simpatía, casi como una lindura, en la prima Esther, bagre de antología.

10.5.10

Señores, atenti al matafuego: la percu habitué




Señores, señoritas: Aurelito Cynar y Carlitos "Charles" Norton, habitués. Alta calidad percumúsicomurguera en hachedé (jaigdefineiyon).
Otra imborrable estampa del recital del sábado en Café Vinilo.

¡Salú!

9.5.10

vinilo y feca


Suerte la nuestra de haber elegido ser cantores de Carnaval. Noche hermosa, potente y mágica, anoche, en Café Vinilo.

No queda nada por decir más que, a todos, a todas: ¡¡¡Gracias, che!!!

Y muy especialmente a los amigos de Vinilo que, la verdá, se pasan. Además de ser un hermoso lugar, cómodo y con una técnica excelente, pocos lugares hay donde el respeto y el cuidado a los músicos, en todo sentido, se tenga tan pero tan en cuenta. Habiendo tanto mercenario suelto: gracias por animarse a dar el ejemplo de que las cosas se pueden hacer de otra manera, con corazón. ¡Salute!

(Fotos, quién va a ser: y sí, la Lucía Franco)

-¿Y Aurelito Cynar?, miralo.
-No sé, che, se le habrá caído algo...