5.9.10

fritura de vinilo: una postal

Y después de la noche mágica en Lugano, al otro día, el sábado, los Habitués hubieron de volver a transitar el hermoso escenario palermitano de Café Vinilo, en otra noche in-cre-í-ble.

Mientras en la previa los Habitués se tomaban un vinito y canturreaban algunas canciones para calentar la gola, algunas desinteligencias -a las que los Habitués son tan afectos- con la producción hicieron que arrancáramos un poco tarde. Va en estas líneas la disculpa pertinente.

No voy a hacer la crónica ahora de las vicisitudes de la presentación, por extensas y emotivas, y en la que hubo de toddy. Sólo dejaré una postal, que da cuenta del ritmo vertiginoso del crecimiento habitué.


Porque a la salida legiones de fans se agolpaban en la puerta para pedir un autógrafo o una foto con estos héroes del tango y murga que le gusta a la gente. En este caso nuestro querido Rodolfo Pascualón, aquel viejo y recordado Cocoliche, el héroe de los niños, posando junto a uno de estos fans.

No diré más por ahora, que seguramente pronto haya novedades fílmicas de aquella emotiva jornada.

Gracias a los amigos de Vinilo, al gran Pipi chiflado, a nuestro querido amigo Antonio, y especialmente a todos los que vinieron a llenarnos, una vez más, el alma y la sala (¡je!, modestia aparte), con su presencia, sus aplausos, sus sonrisas. ¿Qué más puede pedir un habitué? Nada más, sólo poder seguir cantando, así, como si nada.
¡Salú!

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