17.12.09

¿monumento a la bandera? ¿qué monumento a la bandera?

No sé si todo el mundo sabe que los Habitués estuvieron en Rosario el fin de semana pasado. Bella y queridísima ciudad, habitué como pocas.

La sucesión de sucesos sucedidos es larga y quizás penosa. Para la crónica alcanza con mencionar, por ejemplo, la audición en Radio Nacional al mediodía, los pibes, chicos, con pasta de militantes, un báquico almuerzo a la vera del río, alguna que otra siesta medio obligatoria, un balde que fue famoso, el encuentro de Moscato con un poeta de su talla hermano en la fotocopiadora, la función maravillosa y gloriosa, los compañeros, la posterior gira cual calesita y los ronquidos. El enigmático Enigma de la Bombilla hábilmente resuelto por Carcassonne en un abrir y cerrar de ojos (en un abrir..., digamos, si estaba ahí nomás a la vista de todos). El domingo chapoteando lo más frescos en la Florida, el altísimo nivel teórico-poético-metodológico que alcanzan los Habitués cuando andan juntos y descansados (después casi siempre desbarrancan), los recuerdos de aquel entrañable y también famoso Club Social, Cultural y Deportivo "Las Patas en la Fuente" del que ya hablamos en otra oportunidá, memoria del futuro. Una clase magistral sobre la pegatina de afiches y el exquisito pollo al disco con el que fuimos inmerecidamente agasajados, amén de la constatación cabal de las maravillosas virtudes del mencionado gallináceo rosarino y de lo bien que hace a la salud. Pa'l final, la sobremesa, los recuerdos de épocas difíciles de Vittone y la discusión política. Hubo para todos los gustos y fuimos, una vez más, se nos va a hacer costumbre ya, muy felices.

Pero como los Habitués andan cortos de vento, y patatín y patatán, ya lo explicamos hace unos días, y había que salir a hacer la diferencia de lo que les costó el pacú, el sábado se fueron a cantar ahí a la peatonal, en pleno centro. Hay que decir que no les fue muy bien que digamos con el asunto de la gorra, así que el domingo, sagazmente, y cambiando levemente el enfoque, decidieron aprovechar la volada, Ñuls iba por el campeonato ahí en Rosario, y en vez de gorra, ¡gorro, bandera y vincha, muchachos! Como la suerte, o el olfato para los negocios, no acompaña a los muchachos, Ñuls no salió campeón esa tarde, así que todo lo que compraron y sobró se lo tuvieron que meter en el baúl del auto de Rodolfo a la espera de una nueva oportunidad en que el team rojinegro dispute otra final. Aquí va la postal:



Ahora sí, gracias a los tantos amigos y amigas, a los cumpas que nos recibieron y nos trataron tan bien. Gracias por la emoción y los aplausos...

-Che, Flores, perdón que interrumpa, pero ¿te cabreaste por lo de la foto?
-No pasa nada, tá todo bien. Pero devuelvanmé los botines...
-Cierto, los botines...

¿Qué venía diciendo? ¡Ah! Eso nomás: ¡gracias! Y será hasta la próxima, no se van a librar de nosotros...

Rosario, de corazón, ¡salute!

Y claro, ¡volveremos!

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